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Volver a casa después de un largo viaje de negocios siempre resulta agotador. El viaje desde el aeropuerto o la estación central de tren se vuelve borroso, regresas a casa sonámbula, con las manos apretadas alrededor de tu bolsa de viaje, las piernas en piloto automático hasta llegar al porche de tu condominio, oculto de la calle y de los transeúntes por una fila de manzanos retorcidos plantados hace mucho tiempo.
No es la casa de tus sueños, pero es tu hogar, ya que tus padres te la dejaron. Eran demasiado mayores para cuidarlo y ahora están en mejor situación, viviendo su feliz jubilación en una residencia para personas mayores junto al río. Y, por supuesto, debido a una mezcla de nostalgia y precios de alquiler vertiginosos en cualquier otro lugar, te mudaste. Hiciste tuya la casa, deshaciéndote de los queridos pero desgastados muebles de los años 70, muchas piezas remendadas una y otra vez. Conseguiste una nueva cocina e invitaste a tus amigos a que te ayudaran a decorar, así que ahora el lugar es una hermosa mezcla de bricolaje y hallazgo apasionante, que combina las ideas y la estética de vida de todas las personas que más amas... hubiera sido una buena idea. Lugar para estar.
