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Me subí en la moto una vez que me puse su casco naranja, me encantaba ir en moto ya que yo tenia una que, aunque no corriese mucho, me encantaba sentir la brisa en la cara cuando aún hacía calor

Me agarre a él y aunque estuviese muerta de vergüenza el sujetaba mi mano algunas veces cuando paraba.

Me llevo a un mirador muy bonito que no había visto nunca, mi pueblo estaba lleno de ellos pero creía que estaban todos juntos uno detrás del otro.

Accedimos con su moto y nos bajamos, me parecia un lugar precioso y me encantaron las vistas de la playa que se podían ver desde allí junto con el atardecer que estaba a punto de tener lugar.

— No te has soltado de mi -dijo-
— Tu tampoco has puesto resistencia -añadi-
— Ni la pondré -dijo- ven -añadio tendiéndome la mano- vamos a sentarnos

Le di la mano y ambos fuimos al centro del mirador a sentarnos a ver el atardecer y la playa, el silencio era un poco incomodo debido a que ninguno dijo nada. Él había tenido muchos detalles conmigo así que puse mi cabeza en su hombro y empecé a hacerle caricias en su brazo

— Este sitio es al que vengo con mi perro cuando quiero desconectar de todo -dijo- y como los mejores atardeceres son aquí he decidido traerte
— Es un sitio precioso -dije y el cogió mi barbilla para quedar cara a cara-
— Tu si que eres Preciosa -añadio antes de besarme-

Había echado de menos esta sensación con el, nos volvimos a liar durante un rato hasta que ambos nos quedamos sin respiración y nos separamos y volví a apoyar mi cabeza en su hombro esta vez con una mano en la cintura por su parte

Vimos el atardecer y tal y como había dicho Mateo era uno de los atardeceres que mejor había visto y uno de los más bonitos

Cuando cayó la noche empezó a hacer un poco de frío y Mateo me acurruco a él haciendo que apoyase mi espalda en su pecho y viésemos las estrellas.

— ¿Quieres volver y vamos a cenar algo? -me pregunto-
— Cinco minutos más -dije acomodándome-

Salir de allí significaba no tener ningún tipo de cariño con él ya que en el pueblo todos e conocían y no me apetecía que nadie que conociese a Valeria se enterase de que tonteábamos todo se iría a la mierda

— Todos los que quieras -dijo- ¿tienes frío?
— Un poco -añadi- pero estoy bien
— Toma -añadio dándome su sudadera y poniéndomela-
— Gracias -añadi dándome un pico-
— Uy ¿y eso? -dijo-
— Me apetecía -añadi y él me dio otro-
— Pues a mi también -dijo y sonreí-

Estuvimos allí durante un rato más y luego decidimos volver, nos volvimos a subir en su moto hasta llegar al pueblo.

Dentro del pueblo nos paramos en un semáforo, a ambos nos dio por mirar para el lado y ver que Hugo era el que conducía el coche de al lado.

— Mira ese es Hugo vamos a saludarle
— No -dije- q...queria quedar conmigo y le dije que me quedaba en la ciudad
— Eres una traviesa -dijo haciendo que ambos nos riésemos-

Hugo miro hacia nuestra dirección y yo mire hacia el otro lado para que no me viese, agradecí tener ese casco tan grande en el cual apenas se podían ver mis ojos

Hugo bajo la ventanilla y tuve que disimular y confiar en que Mateo no dijese nada de con quien iba

— ¿Que pasa tío? -le preguntó Hugo-
— Dando una vueltecita ¿y tu?
— Voy para casa de Alejandro iba a quedar con Mía pero está en la ciudad con sus amigas -dijo- ¿no la viste anoche? Fue a la discoteca
— Que va -dijo mintiendo y sonreí justo antes de que se pusiese en verde el semáforo-
— Bueno tío nos vemos disfruta de tu noche -dijo guiñandole un ojo-
— Adiós -añadio Mateo antes de reírse-

Cuando nadie ve Where stories live. Discover now