10. I wasn't expecting that

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El descubrimiento de que Camila era una gran jugadora de baloncesto había dejado atónitos a todos, especialmente a los chicos del MR, que se habían distanciado aún más de la chica "peligrosa". La única que no había cambiado mucho hacia la joven cubana era Lauren, que tranquilamente seguía siendo amable y divertida con ella, como con todos. Esa tarde, después de las vacaciones de Navidad, Lauren tenía muchas ganas de verla.


Su pensamiento aterrizó en su amiga, después de todo, era una de las pocas que se había quedado en Miami para las fiestas navideñas, así que buscó su número en la guía telefónica llamándola y proponiéndole un paseo. Camila aceptó sólo con la condición de un paseo en moto, así que Lauren cogió las llaves de la moto, aún en la llamada con ella, y se puso su chaqueta vaquera con una camisa negra de franela debajo, que se ajustaba perfectamente a su escultural cuerpo. Llegó frente a la casa de los Cabello en pocos minutos, esperando pacientemente con el motor en marcha y mandando un mensaje a Camila para que estuviera abajo.

En pocos minutos la chica estaba fuera de la casa, sonriendo radiante al playmaker y saludándose con dos besos en la mejilla, antes de subirse al sillín y abrocharse el casco. Sus manos permanecieron aferradas a las asas detrás del asiento de la moto, observando la ancha espalda del capitán, mientras a los lados podía ver cómo Miami se le escapaba de la vista, en la decidida carrera de la moto italiana.


Hicieron lo que hacen dos amigas, que es ir a tomar café a un bar, contarse las fiestas y hablar de sí mismas. Entonces Lauren le propuso ir al centro comercial, y Camila casi se rió burlándose de él por su "femenina" proposición, pero cuando frente al escaparate de Gucci, Camila enloqueció al ver un par de tacones de la colección de invierno y vio a Lauren entrar precipitadamente en la tienda, comprendió por qué le había pedido ir al centro comercial.


"¿Qué demonios estás haciendo?", los ojos de Camila se abrieron de par en par, Lauren se detuvo en la puerta de la tienda con la mano en el pomo.


"¡Te estoy comprando un regalo de Navidad! Todavía no conocía tus gustos, me prometí comprarte algo bueno".


"Pero ni se te ocurra, esos zapatos cuestan-".


"Qué más me da, al menos sé que te gustan", la sonrisa relajada de Laurin se le escapa a Camila, que observa cómo el chico entra en la tienda y habla con una joven dependienta, que también parece tenerle especial simpatía. Probablemente ya se conocían. Camila se levanta, incrédula, y entra en la tienda.


"Laurin, no..."


"¿Cuánto calza, señorita?""No no, disculpe las molestias... Se ha vuelto loco, no le hagas pasar un mal rato".


"Camz, no seas pesada. Sólo pruébate esos zapatos..." ríe Laurin provocando una sonrisa en el rostro de la dependienta que le mira con adoración por su belleza.


"Créeme, le sacas partido. Cuando lleváis un tiempo juntos, ya no regalan nada", ríe la dependienta con confianza hacia Camila. 


Las dos amigas se miran: "Oh, no... No estamos juntas... Sólo somos amigas", responden juntas completando la frase de la otra, provocando una sonrisa coqueta en el rostro de la dependienta que sólo yo sé que ha ligado muchas veces con Lauren. A estas alturas ya era un cliente habitual de esa tienda.

La hija del entrenadorWhere stories live. Discover now