14. Departure

34 1 0
                                    

Por fin había llegado el esperado viaje de fin de curso para los protagonistas de nuestra historia. Las maletas estaban hechas, incluso ellos ya no tenían ganas de cargarlas en el coche rumbo al aeropuerto. La hija de nuestro querido entrenador se levantó temprano esta mañana para ducharse y se puso un chaleco de cuello alto de color rojo fuego con un estampado de toros completamente negro a la altura de los bolsillos y en la espalda, mientras que unos pantalones pitillo color arena del desierto se confundían con su tono de piel mulato. En los pies calzaba unas sencillas sandalias de esclava. Una vez seco el pelo, se maquilló sin mucho esfuerzo. Le gusta maquillarse, pero sin ser demasiado ostentosa, le encantaban las medias tintas, quizá sólo en el maquillaje.


Alejandro Cabello la abrazó, sonriendo y susurrándole: "Cuídate, princesa, vuelve pronto y diviértete", antes de cargar su maleta en el taxi, pues ya llegaba tarde a la escuela. Camila se hizo dejar en casa del playmaker, todavía eran las 07:30 de la mañana, pidiéndole al conductor que esperara allí su regreso.


Así que llama al timbre, oyendo inmediatamente pasos apresurados que se acercan detrás de la puerta. Mike, regordete y con la cara roja por las prisas por llegar a la puerta, abrió de inmediato con una sonrisa de sorpresa y auténtico placer. Hizo que la chica se sentara y le preguntó si quería algo de comer, pero la cubana declinó cortésmente, diciendo que sólo quería asegurarse de que su hijo había metido las cosas adecuadas en la maleta. Mike soltó un grito en el piso de arriba, haciendo que su hijo mayor siguiera en calzoncillos y chaleco, con el pelo alborotado por el sueño. Laurin llevaba días haciendo la maleta, así que esa mañana pensaba hacer lo de siempre, levantarse esa hora antes, lavarse, comer y coger un taxi hasta el aeropuerto. No se había imaginado que encontraría a Camila Cabello en la cocina; de hecho, cuando entró en la cocina donde tuvieron su primera experiencia sexual, Laurin aún tenía los ojos arrugados por la luz brillante de la mañana, se rascaba la nuca con una mano, la otra en la mochila. Dio un paso atrás, sobre el pie trasero, en cuanto vio a su amiga junto a su padre en la mesa, esperando su llegada.


"¿Qué mier...?"


"¡Laurin! ¿Esa es forma de presentarse delante a una chica?", le reprocha su padre.


Camila apenas rió, sacudiendo la cabeza mientras miraba la mesa.


"¡Pero qué sabía yo! Camz, ¿qué haces aquí?".


"Estoy cien por cien seguro de que metiste vaqueros negros y chaquetas de cuero en esa maleta, ignorando por completo que vas a Cuba y no a Alaska, así que he venido a salvarte el pellejo antes de que te lleve al hospital por asfixia".


Mike, soltó una carcajada dándole la razón a la chica, con la misma vehemencia habitual de su hijo, y a Camila le pareció un parecido muy agradable. Laurin, esbozó una media sonrisa divertida mientras sus ojos y cejas se tornaban en una mirada adusta que no admitía réplica. Asintió, tras meditarlo unos segundos y señaló a la chica con un dedo para luego llevarse toda la mano al hombro.


"Muy bien, vamos, entra. Así aprovecho para arreglarme ya".


"¡Ren, vístete!", volvió a recordarle su padre, que siempre se preocupaba por la decencia delante de una mujer, mientras los dos amigos ya estaban en las escaleras. Llegaron a su habitación, y la puerta fue abierta de golpe por el chico, que se disculpó por el desorden, a pesar de que sólo había un par de camisas sobre la silla y el portátil aún abierto sobre el escritorio de madera oscura.

La hija del entrenadorWhere stories live. Discover now