21. I luv this shit

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Cuando volvieron de la playa, Laurin sintió que le ardía todo el cuerpo. Sabía que se había quemado, ninguna crema era suficiente para su tono de piel claro y sensible, pero no se quejó demasiado. Cuando llegó la noche, después de que todos se ducharan por turnos en el baño de la villa, los chicos se pusieron a cocinar algo, mientras las chicas ponían la mesa. Normani siempre ha sido una gran amante del baile, y por eso siempre le gusta tener la música puesta, así que lo que hace de repente, mientras todos están ocupados haciendo algo para cenar, es encender el equipo de música y poner una canción. Todos estaban tan cansados del día en el mar que la casa estaba saboreando unos momentos de silencio, en los que nadie tenía fuerzas para hablar entre sí, así que Normani se encargó de ello. Todos se giraron para mirarla, con una sonrisa socarrona en la cara, que indicaba su afán por animar a sus amigos con música bonita. En cuanto empezó la canción, hizo dos primeros pasos de baile, dejando claro que iba a empezar a bailar. Laurin conocía a Normani desde el parvulario, conocía ese lado incansable de ella, y enseguida se echó a reír mientras seguía cortando fruta en un bol.


"¡YO NO BAILO SIN MI BRAZO DERECHO!" gritó Normani para sobreponerse al estruendo de la música, todos se miraron, intentando averiguar quién era la pareja de baile de Normani, y cuando Laurin negó con la cabeza y soltó el cuchillo, se dio cuenta de que no podía negarse a bailar con su amiga, porque la conocía y sabía que no se rendiría hasta que él cediera a su voluntad.


Las caras cansadas de sus amigos se iluminaron de inmediato con sonrisas, divertidos de poder presenciar algo diferente que los distrajera de su cansancio, entonces vio a los dos amigos acercarse el uno al otro, con una confianza tangible. Al parecer, siempre habían bailado juntas cuando tenían tiempo. En realidad, lo hacían a menudo los fines de semana, sobre todo cuando sus otros amigos no querían salir o tenían otras cosas que hacer, Laurin iba a casa de Normani y ensayaban en su habitación equipada con espejos y un equipo de música. Era algo que les unía desde la infancia, y a estas alturas se habían inventado tantas coreografías que podrían abrir un canal de YouTube. Verles bailar era un verdadero espectáculo, porque su complicidad artística era tangible. Una vez uno junto al otro, se miraron antes de una de sus coreografías favoritas. Laurin estaba cansado y le ardía todo el cuerpo, pero cuando se trata de bailar, enseguida está listo. Sus amigos enseguida encontraron fuerzas para gritarles, todos grandes fans del hip hop.



https://youtu.be/9toL8_VRyfE


Tras su breve enfrentamiento, estallaron en carcajadas y él abrazó con fuerza a la chica negra.


"¡Basta, basta! Dejadme cocinar!", dice riendo, en realidad no le gusta mucho montar un espectáculo. No es de los que bailan en las fiestas, es más bien un bailarín salvaje en casa solo o con muy pocos amigos íntimos que también se unan a la coreografía, no le gusta que le miren.


Normani lo retuvo a la fuerza: "¡NOOO POR FAVOR! VOY A PONER TU CANCIÓN".

Él tenía una canción y una coreografía propia que siempre bailaba solo, Normani lo sabía y sabía que a las primeras notas de esa canción, Laurin no podría resistirse a bailarla.


"No te atrevas", le advirtió, bromeando. Normani paró el dedo en el aire, a modo de amenaza, dispuesta a reproducir la canción en Spotify. Sus amigas gritaron para incitarla a empezar, nadie había visto nunca esta coreografía excepto Normani. Empezó la canción, Laurin se pasó las manos por el pelo, no quería llamar la atención, pero esa canción era demasiado buena para no bailarla. Apoyó una mano en el mostrador, alejándose de la mesa para bailar, sin resistirse.

La hija del entrenadorWhere stories live. Discover now