12. Cubanos

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Nuestra ambigua pareja de amigos, hace justo a tiempo para componerse antes de que Taylor entre en la cocina, buscando a su hermano mayor.


"Laurin..."


El chico levanta instintivamente las cejas y, mientras su amiguito descansa dentro de sus bóxers y pantalones, se dirige a su hermana de doce años.


"Dime Taytay"


"¿Qué estabas haciendo?"


Camila casi jadea, asustada por la posibilidad de que la hermana del capitán viera, oyera o entendiera algo.


"Yo cocino. Y Camila hace como que sabe hacerlo, sentada y mirándome", se ríe, con despreocupación actuada. La pequeña arruga la nariz y sus dudas parecen desvanecerse en un segundo plano. Levanta el cuaderno que tenía en la mano bien a la vista.


"¿Me ayudas con los deberes?".


"Taytay... ¿Qué hemos dicho de los deberes?", le devuelve la llamada su hermano, con voz suave y de reproche.


"Lo sé, es que... No me gustan las matemáticas", la niña hace una dulce mueca que hace sonreír a Camila. La capitana suspira, buena como siempre, y se acerca a la mesa tamborileando dos veces con una mano sobre la silla, invitando a Taylor a sentarse.


"Sólo porque son matemáticas..." A Lauren le gustan mucho las matemáticas. Su madre era profesora de matemáticas, así que el niño tenía muchos recuerdos dulces relacionados con esa asignatura, que la joven madre se encargaba de explicar al niño de ojos azules. La hermanita, toda emocionada, se sienta y empieza a balancear las piernas, aún demasiado cortas para tocar el suelo. Lauren se ata el pelo, hasta hace poco suelto, en su habitual moño y se coloca detrás de la silla de su hermanita, inclinándose sobre la mesa para leer los ejercicios que ella no podía hacer. La cubana se perdió en aquella escena que parecía una fotografía de los años ochenta. Siempre echó de menos la figura de un hermano o hermana, mayor o menor, y lo único que podía pensar en aquel momento era que Lauren era un hermano perfecto, el que todos querrían.


La calma y la paciencia con que el base hacía malabares con la cocina y los deberes de su hermana despertaron el interés de la cubana, que encontraba en ello una habilidad poco común en un chico. Yo, que conozco a Laurin, y también ustedes, que han podido hacerse una idea de él a lo largo de estos capítulos, podemos decir que no nos sorprende esta cualidad del capitán, ¿o me equivoco?


La chica estaba tan absorta en sus observaciones sobre el capitán del MR, que no se dio cuenta de que Lauren estaba cambiando el tono, con su hermana, dándose cuenta de que lo de los deberes era sólo una excusa.


"Taylor, no pareces tener muchos problemas con estos ejercicios".


Ahora la niña enrojeció y se quedó fija con los ojos en el cuaderno, sin saber cómo mentir a su hermano mayor mirándole a los ojos.


"¡Eso no es verdad! En realidad no los entiendo.". 


"Tay...", el chico da la vuelta a su silla, agachándose de rodillas para quedar cara a cara con ella.

La hija del entrenadorOnde histórias criam vida. Descubra agora