13. Never too tired

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Los jugadores del MR, como cada año tras el periodo que sigue a las vacaciones de Navidad, intensifican sus entrenamientos para preparar la temporada de torneos de primavera, tendiendo a descuidar los estudios. Por diligentes que sean, no olvidemos que son chavales de 17 años que, ante su deporte favorito, optarían alegremente por eludir los estudios, sobre todo si les empuja su entrenador, que cerca de los torneos parece olvidar que los chicos tienen muchos trabajos que cumplir. El playmaker era menos visto por las tardes en la sala de estudio autogestionada, donde en cambio Ally, Normani y Dinah seguían yendo casi todas las tardes, a las que de vez en cuando se unían Camila y Halsey. El capitán pasaba casi todas las tardes en el gimnasio, entrenando el triple de duro y con ejercicios a medida, mientras que dos pisos por encima del gimnasio, las chicas seguían con el horario, haciendo de vez en cuando copias extra para el equipo de baloncesto de los chicos, para que no llegaran al día siguiente sin los deberes hechos.


El entrenador Cabello no se daba cuenta de lo mucho que exageraba con sus chicos, especialmente con el capitán del equipo. El hombre afirmaba que los chicos estarían fuera quince días, de viaje a Cuba, sin poder entrenar, y que éste era su último año, donde tantos seleccionadores de la universidad irían a ver los partidos del torneo de primavera, así que sólo tenían que pensar en el baloncesto. A Camila al principio no pareció importarle la situación, pensó que su padre podría entender que sus amigos eran unos simples adolescentes de diecisiete años como ella, pero el día antes de que partieran a la fatídica salida, ocupada con las chicas en la sala de estudio, esta vez sólo para charlar mientras fingían anticipar tareas para cuando regresaran de Cuba, se dio cuenta de que su padre se estaba saliendo de madre y perdiendo el sentido de la proporción con su equipo.


Los chicos entraron en el salón a las siete y media de la tarde, cuando un entrenamiento habitual duraba hasta las seis. Sus amigos, todavía en chándal, sin haberse lavado, extrañamente, se secaban con la toalla al cuello, todavía resoplando y recuperando el aliento. Las chicas se asombraron al verlos así, nunca se permitían pasear después de entrenar sin haber tenido un duchado y cambiado. Especialmente Lauren, que no soportaba estar rodeada de gente maloliente del gimnasio.


"Chicos... ¿Qué os pasa?", Ally tiene un tono preocupado. Los chicos ni siquiera responden, saliendo de semanas de tortuosos entrenamientos cada tarde.


"El entrenador os está exprimiendo como naranjas", dice Normani. Los chicos se sientan a la mesa, insinuando algunas frases de queja, mientras Lauren sigue de pie, limpiándose el sudor del cuello y la cara.


Camila les hace señas para que se sienten a su lado.


"Mi padre creo que exagera...", sin darse cuenta, Camila pasa la palma de la mano por la mejilla del capitán, notando una tez diferente a la de los demás jugadores.


"Lo hace bien. Sólo lo hace por nuestro futuro en la universidad".


"Lau, ¿seguro que estás bien? Tienes la cara pálida.", se dijeron los dos en voz baja. No hace falta decir que ambos sentían un sentimiento diferente entre ellos, comparado con sus otros amigos, y sin hacerlo se encontraban más cerca el uno del otro. Sin embargo, a pesar de haberse definido como follamigos, después de aquella primera vez en la cocina del chico, no pasó nada más sexual entre ellos. La práctica empezó a no permitir ya ni siquiera salir, por muy cansados que estuvieran los chicos, y las chicas lo compensaron saliendo entre ellas, consiguiendo verse casi sólo en el colegio.

La hija del entrenadorTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon