18. We know, we know, we know

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Una vez vestida, Lauren se unió a Camila, que ya estaba en la cocina ocupada preparando algo de comer. Se acercó a la chica por detrás, volviendo a hablar en su habitual tono amistoso.


"¿Cómo que te enamoro?".


La chica le dirigió una mirada distraída para volver a centrar su atención en la cocina.


"Significa que si te haces la dulce y la mona corres el riesgo de enamorarme.... Y eso no es lo que quiero. Los dos no queremos eso, ¿verdad?", su voz era tranquila y nada avergonzada. Los dos tenían esa capacidad de hablarse con una naturalidad impresionante. Apenas sonrió asintiendo, era cierto, ninguno de los dos quería perder la cabeza por nadie en absoluto.


"Bueno, tú también tienes todas las papeletas para enamorarme, pero no me quejo", se ríe ahora, poniéndola de nuevo en el plano del desafío.


"¡Claro, hago unas mamadas maravillosas, reto a cualquiera a que no se enamore de mí!", le mueve el pelo chulescamente, haciendo que ambos se rían.


"¿Me haces un novio tan perdedor como para enamorarme de una mamada?".


"Mejor una mamada que una persona. ¡Enamorarse sólo trae problemas a esta edad!".


Se ríe arrugando la nariz, dándole ahora la razón y pretendiendo con ella que era mejor enamorarse del sexo que de la persona con la que lo haces. Ahora se acerca más a la chica, haciendo coincidir su cuerpo con su espalda, chocando su paquete con el firme trasero de la cubana y apoyando una mano en su cadera. Ella cierra los ojos, no está segura de poder soportar gestos delicados y cariñosos mucho más tiempo después de aquella mirada que él le dirigió mientras lo hacían, que la obligó a ponerse boca arriba, cambiando de posición, para evitar caer en sus ojos. Apoyó las manos en la encimera y suspiró, creyendo que el chico tenía malas intenciones. "Lolo...".


Él, al contrario de lo que pensaba la chica, se inclina sobre el mostrador yendo a coger una manzana del frutero, sólo para apartarse de ella, con una sonrisa divertida en la cara. Ella, dándose cuenta de que había entendido mal, se ríe, llamándose mentalmente estúpida, dándose cuenta de que este tipo era realmente capaz de hacerla caer en barrena.


"De todas formas, yo no finjo. Simplemente actúo como me sale, si dices que soy dulce, bueno... no puedo evitarlo, soy así", retoma la conversación en voz baja.


"Yo no estaría tan segura, no te echaste atrás cuando en la ducha del colegio te dije que no fueras amable. Te gusta ser rudo, es sólo que eres demasiado educado para hacerlo sin consentimiento".


Él, entre mordisco y mordisco, se acercó de nuevo a ella, ahora con intenciones definidas y golpeó la manzana contra la encimera, para cogerle las caderas con ambas manos bruscamente y atraerlas hacia su paquete, de una forma que Camila nunca había visto hacer al chico. 


Su boca llegó a su oído, mientras una mano subía por su vientre hasta detenerse alrededor de su cuello y susurró con una voz espantosamente diferente: "Trato a las mujeres lo mejor que puedo, porque así es como debe ser. Pero si quieres que te folle como a una puta, te te follaré como a una puta. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Puedo hacer el papel de papá si lo quieres, no te preocupes".

La hija del entrenadorWhere stories live. Discover now