CAPÍTULO 32 // LOGAN

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Nunca creí el dicho que suelen decir sobre que las etapas por las que pasamos pueden cambiarnos tanto para bien como para mal. A lo mejor no es que nunca hubiera creído esos rumores, puede que hasta que uno no llega hasta ese punto de su vida en el que se replantea las cosas más de una vez no es hasta que lo comprendes. Abres los ojos. Te das cuenta de que todo era cierto.

Que las cosas pasan por algo, la felicidad se va, las malas rachas llegan, se superan y... el dolor deja de doler.

A veces tenemos que lamernos nuestras propias heridas para poder continuar, porque si no, ¿qué haríamos? No tiene sentido rendirse o dejar de hacer algo porque el destino no lo haya querido así. Tenemos que ser fuertes y no ser tan duros con nosotros mismos, que no nos dejemos destruir por nuestro propio veneno.

Eso fue lo que aprendí después de ella.

Me enseñó que no me hacía falta a nadie para seguir adelante, que siempre estaba bien recibir algo de ayuda por parte de alguien, pero que al final del día solo me quedaba yo. Ambos aprendimos la lección de saber afrontar nuestros problemas y nos ayudamos como pudimos, ahora me siento agradecido.

Agradecido por amarla.

Nunca dejamos de querer a las personas, ya sea por odio o por distancia. Siempre tendremos ese pequeño gusanillo de curiosidad que nos hará preguntarnos si esa persona está bien o también está pensando en nosotros. Hace ya más de un mes que se había casado y no la había vuelto a ver. Me enteré hace unos días que se había quedado embarazada.

Sí, mi pitufa va a tener un bebé.

Fue la mejor noticia que tuve desde hacía mucho tiempo y no hice más que sonreír cuando Rachel me lo contó con Adley en brazos. Ese pequeño también fue otra de las mejores noticias que tuve este año nuevo, Adler no puede creerse aún que por fin es padre.

No os lo voy a negar, también me lo he planteado muchas veces. ¿Podría llegar a formar una familia algún día? Llegar a casa después del trabajo, saludar a tus hijos mientras tu mujer te espera sentada en su sillón favorito con una taza de café en las manos...

Nah, paso.

No sé por qué sigo pensando estas cosas.

Dirijo mi vista hacia el lienzo que minutos antes estaba pintando. Deje de pintar los anocheceres hace mucho tiempo, ahora solo pintaba cielos soleados.

Tampoco voy a mentir, sigo conservando aquel cuadro. Ha sido inútil para mi tener que deshacerme de él cómo tantas veces había intentado en mi pasado pero... los recuerdos seguían ahí.

Y ya no duelen. Ya no me duele.

No me duele recordar su sonrisa, no me duele recordar sus besos, no me duele recordar su forma de mirarme, no me duele pensar en que está con alguien y que va a tener el mejor de los milagros dentro de nueve meses, no me duele... porque sé que ella es feliz.

Y yo también.

Fallando a mi conciencia me levanto del taburete casi de un salto y me dirijo a la ventana. Abro las cortinas con rapidez y allí está.

¿Aún sigues mirando a la luna como prometimos, pequeña Ky?

Una llamada interrumpe mis pensamientos, me dirijo al escritorio donde se encuentra aquel aparato impertinente.

- ¿Qué quieres ahora, Steve? - pregunto a través de la línea rodando los ojos.

- ¡Sé que es la quinta vez que te llamo, pero es que sigo nervioso! Además, debes de sentirte agradecido por hablar con semejante bombón - suspiro negando con una sonrisa mientras dejo caer mi culo en el escritorio.

- Solo es un anillo, ¿por qué es tan difícil? No podrías proponerle a Marco matrimonio en vez de...

- ¡Cállate, estoy sudando! Joder, parece que tengo la regla.

- No puedes tener la regla, Steve.

- No sigas por ahí, que soy feminista.

- Pero...

- ¡YA ESTÁ AQUÍ, JODER! - susurra entrando en pánico bajando la voz cada vez más.

- Cámbiate la compresa y después le pides matrimonio. Buena suerte.

Y cuelgo.

Por algo me dicen que soy el mejor en dar consejos.

Nótese el sarcasmo.

De repente viene a mi cabeza el recuerdo de cuando estábamos todos en aquella pista de fútbol y jugamos hasta que la noche cayó. Nunca olvidaré todos aquellos momentos en los que creíamos que la adolescencia era eterna y que el tiempo no existía cuando estábamos juntos.

Aún recuerdo cuando Marco y Olivia estaban juntos.

Por suerte aún siguen siendo amigos y Olivia al parecer ha rehecho su vida con alguien más. Marco aún sigue disfrutando de su soltería y de vez en cuando quedo con él y nos vamos por ahí. Intentamos quedar todos algún día, pero es algo casi imposible con Adler y Rachel con su bebé, Olivia por ahí y Steve que ya está empezando a "madurar".

Ni siquiera se de cuanto tiempo hace que conoció al chico con el que se piensa prometer. Espero que le vaya bien.

Kylie se mudo a New York después de que terminara la carrera, pero igualmente sigue hablando con todos. Yo me quedé en Boston, aunque a veces tenía que ir no muy de vez en cuando a Italia para algunas exposiciones.

Definitivamente, ningún integrante de nuestro grupo bautizado por Steve había sido perdido. Hasta hacía videollamadas con la abuela Amelia para que me enseñara a cocinar otra cosa que no fuera un huevo frito. De vez en cuando, Charlie también se une y cocina con nosotros. Eso sí, las collejas y los quejidos que no falten. Él y Connor siguen juntos.

Y, bueno, se podría decir que este es el final.

Algunos terminamos mejor, otros no tanto, puede que unos quieran repetir su propia historia, otros que no...

Pero, ¿realmente es el final?

- Hola, Jane - saludo en cuanto abre la puerta y me deja pasar.

- Hola, Logan - me sonríe con esa sonrisa tan suya.


¿Y si no tiene por qué ser el final?





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Espero que os haya gustado Დ



-Estrella_CaRo

Solo aquellas noches (Bilogía)Where stories live. Discover now