CAPÍTULO 21

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Me da igual que estés presente

o ausente. No te necesito.

Sólo te amo.

- Jaime Sabines.


RUBY

Ya había pasado un mes.

Un doloroso y asqueroso mes.

Estaba sentada en la oficina del director. Mi corazón se estrujó un poquito más al imaginar a Aidan en el otro asiento haciendo caras raras cuando el tío se daba la vuelta. Sonreí.

- Perdona por la tardanza, Brown - entró el director con prisas y se sentó en su enorme silla - vaya, veo que estás sola, ¿Aidan se fue, no?

Ni siquiera abrí la boca, aún me dolía decirlo en voz alta. Asentí con la cabeza para no hablar.

- Supongo que estarás contenta.

- Eso usted no lo sabe - contesté, mi tono de voz lo delató al instante lo que me hirieron sus palabras. El director se relajó en su asiento.

- ¿Le echas de menos? No entiendo a los adolescentes.

Giré mi mirada hacia otro lado, me levanté y puse el trabajo encima de su mesa.

- ¿Qué es esto? - preguntó confundido, yo me encogí de hombros despreocupada.

- El trabajo que nos mandó a mí y... Aidan - tragué saliva y suspiré - sobre el odio. Por qué existe el odio.

El director lo miró mientras se frotaba la barbilla pensativo, dirigió su vista hacia la mía aún pensativo.

- Te encuentro desanimada. Brown nunca hubiera hecho este trabajo - bromeó.

Yo dibujé una minúscula sonrisa en mi rostro, me di la vuelta para irme a pasos lentos. Hasta que me giré.

- Gracias, Jaime Jesús.

- ¿Por qué? - preguntó confundido.

- Por... el trabajo. Me ha venido bien pensar.

Inesperadamente, el director sonrió. Jamás había visto a este hombre sonreír.

- Ese es mi trabajo, Ruby.

Vi de lejos cómo dirigió su vista hasta el montón de papel y lo agarró con sus manos:


¿Por qué existe el odio?

El odio es un sentimiento como cualquier otro. Emociones incontrolables. El amor es como el universo de grande, sin embargo no llega para todo... por lo menos no ha tiempo.

Pensamos que el odio a veces es la solución para algunas cosas, nos indignamos al pensar diferente. Nos indignamos a ver las cosas buenas... las positivas.

Y yo ya no tenía razones para odiar porque, poco a poco, fui una de las pocas personas que se paraban para verlo todo desde otra perspectiva... desde el amor.

Mi vida había cambiado radicalmente desde que lo veía todo desde ahí.

Pero ya no me servía de nada.

Porque mi razón para querer y odiar a ratos... ya no estaba.

Jamás imaginé que en algún momento la vida iba a enseñarme a perdonar, a dejar ir con cariño, seguir luchando con orgullo... sin mirar atrás.

Y ahí estaba la verdadera pregunta.

¿Por qué las personas no aprendemos a seguir?

Seguir amando a quien no debíamos, seguir aprendiendo de los errores, seguir viviendo cada segundo de nuestras vidas riendo, seguir sonriendo a pesar de todo... seguir adelante. Siempre hacia delante.

Solo aquellas noches (Bilogía)Where stories live. Discover now