Capítulo 34

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HADES

Me siento sobre el sofá que le da a la ventana de mi habitación, reflexiono una y otra vez lo sucedido.

Darya

Darya

Darya

Uno de los legados de los Alekseeva

Hijo de un imperio de la Mafia Rusa

Hades Alekyn Alekseeva

Robado desde la cuna para ser posiblemente un...

¿Infiltrado?

¿Un deseo de venganza?

¿Un custodiado?

Un simple rehén quizá.

De que me sirve repensar en ello si solo fue cruel injusticia lo que me hicieron.

Abandonado. Ignorado.

Olvidado por una madre que se ve fría y perpetua de venganza.

Cuando la vi por primera vez en esta mansión recuerdo sentir un estremecimiento que me recorrió toda la espina dorsal.

Sin mencionar que era hermosa, se veía sabía, educada, refinada y sin duda implacable.

Parecía que controlaba mundos con una sola mirada.

Tenía tanta curiosidad, pero nunca quise ser demasiado indiscreto, así que me mantuve lejos.

Ahora...

Ahora estoy confundido.

Sin deseos de adentrarme en el laberinto de sucesos que posiblemente se me vienen ahora.

Tenía mis dudas sobre que parte de la familia era Darya de mi tía Ara.

Ara nunca fue mi tía biológica.

Pero me adoptó y cuidó como tal.

En realidad somos primos.

¿Quién era la madre y hermana de Darya entonces? ¿Cómo se llamaba?

Agacho la cabeza y me tomo el cabello cansado.

Un toque en la puerta me recuerda que no estoy libre de haberme ido después de que se mencionara mi verdadero nombre.

Pase, menciono por inercia en Ruso.

Ara entra apretando los labios mirándome de arriba a abajo.

Me levanto del sofá y enderezo la espalda fijando la vista en ella.

- Hades.

- Ara... - paso saliva casi tembloroso.

Se lame los labios y se acerca cerrando la puerta con seguro.

- Lo siento. - dice casi en un susurro.

Niego.

- ¿Por qué? Me cuidaste, me diste un hogar mientras me hallaba perdido, solo debo darte las gracias por tal reconforte.

Desvía la mirada negándome a ver sus ojos.

- No te culpo por no decirme la verdad, quizás era mejor que no la supiera. - pronuncio haciendo que su mirada vuelva a mí.

Me observa inquieta.

- No. Tenías derecho a tu verdad de nacimiento, solo... no estaba lista para contártelo. Estaba...

- Tranquila. - le tomo la mano - Te entiendo, no te culpo. Nunca lo haré.

Se queda en silencio hasta que se acerca más y me abraza dejándome asombrado.

MI DIAMANTE CODICIADO ♤ LIBRO 2 ♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora