CAPÍTULO 5

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Espero que estén disfrutando de estos dos!

(Tristan eres mío, no voy a dejar te me robe) 

Gracias por leer, pequeños demonios.

Nos vemos a la próxima.

ZP

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Aleene

Al cerrar la puerta de mi habitación me puse contra la puerta y suspiré. Me reprendí mentalmente por dejar que me afectara tanto su estúpida presencia.

No puedo dejar que eso vuelva a ocurrir.

Si voy a tener que trabajar con él, debo armarme de muros para que no pueda observar lo que hay en mi interior. Se supone que soy una persona pacífica, amable, responsable y dispuesta a ayudar.

Eso es lo único que debo ser.

Pero hay algo en Tristan que me hace salir de mi papel. Hay algo en la manera en la que se dirige a mí, algo en la manera en la que me mira, que me hace perder mi eje.

Eso se termina ahora. Desconozco el motivo, y no voy a explorarlo. ¿Él cree que puede llegar y desarmar todo lo que vengo construyendo desde hace años? Voy a demostrarle que no lo va a lograr.

Mi teléfono comienza a vibrar indicando que alguien me está llamando, lo tomó y sonrió cuando veo el nombre de mi madre.

—Hola mamá —atiendo.

—Hola cariño, ¿cómo has estado? Hace bastante que no me llamas.

—Hablamos hace tres días mamá... no ha pasado mucho.

Solo ha aparecido la encarnación del diablo en nuestra universidad y al parecer tiene la extraña necesidad de arruinarme la paz que conseguí hasta ahora.

Camino por mi habitación, me observo en el espejo. Acomodo mi cabello perfectamente cortado unos cinco centímetros por debajo de los hombros. Mi delineado hecho simétricamente y mis pestañas negras sin ninguna fuera de lugar. Suspiro y tomo asiento en la cama.

—Pues por eso, tres días. La señora Filch te extraña, se la pasa preguntando por ti.

La señora Filch es una señora bajita y terca que mi madre cuida. Tiene noventa y dos años, pero tiene más ganas de vivir que yo. Hace dos años que mi madre cuida de ella y claro que me conoce, desde el primer día me trató como a su nieta, supongo que es porque su hijo no tuvo hijos hasta el momento.

—Dile que en cuanto pueda iré a visitarla, que no me extrañe demasiado.

—¿Y cuando vendrás? Porque no he visto tu rostro en más de medio año.

La última vez que fui a visitar a mi madre fue en vacaciones, antes de que comience el segundo año. Lo que ocurre es que por más que quiera, debo ahorrar muchísimo para poder viajar. Hago tutorías, clases y trabajo también en la cafetería que se encuentra en el campus, ese dinero lo uso para vivir y lo que me sobra lo ahorro. Pero además del dinero, tener tantas responsabilidades junto con la carrera no me permite tener tanto tiempo libre. Estoy obligada a esperar a las vacaciones para poder ir a visitarla aunque sea una o dos semanas.

—Sabes que en cuanto pueda iré a verte. Yo también te extraño. Pero entre el periodico, el consejo y las clases...

—Claro, lo entiendo. ¡No tienes tiempo para tu madre! ¡La mujer que te cuidó y te dio amor durante diecinueve años de tu vida!

La ilusión del engañoWhere stories live. Discover now