CAPÍTULO 13

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Bueno... (creo que pasé un nuevo limite con este capítulo, ya me dirán, niñas) 

Las amo. 

Gracias por leer. 

Nos vemos a la proxima, pequeños demonios.

Zoe P. 

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Aleene

¿Por qué está todo tan luminoso? Sinceramente, lo último que quiero hacer en este mundo es abrir los ojos.

Joder. Mi cabeza va a explotar.

Tristan.

Me senté en la cama alarmada y mi corazón se disparó.

Esta no es mi jodida habitación.

El sonido de la puerta del baño llama mi atención y un Tristan recién salido de la ducha nada más con una toalla alrededor de su cintura me observa con una pequeña sonrisa. Las gotas resbalan por su pecho y abdomen. Y su cabello oscuro también está empapado.

Delicioso...

No seas babosa Aleene, no lo mires como si estuvieras hambrienta.

—Al fin despertaste, por un segundo creí que ya no respirabas.

—¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo conseguiste que venga a tu habitación?

Se movió para vestirse con un pantalón y secarse un poco para luego ponerse una camiseta. Desvié la mirada sonrojada. ¿Cómo puede sentirse tan seguro de sí mismo?

—¿No recuerdas nada de anoche? —pregunta repentinamente serio.

La limusina. Su boca. Sus dedos.

—Recuerdo... que al llegar a la fiesta tú te fuiste...

Y que eso me enfureció bastante.

Tenía algunos huecos en la mente, todo se ponía borroso luego de eso.

—¿Volviste a la fiesta después?

Dejó de mirarme y se movió más cerca de mí.

—Al menos recuerdas lo de la limusina, ya me estaba preocupando.

—Espera... ¿Y Janet? ¿La viste? ¿Estaba sola?

—También la traje y se fue a su habitación.

Me quedé más tranquila, sabiendo que al menos no había sido tan mala amiga.

Me destapé alterada y en ese segundo me di cuenta de que estaba vestida con una camiseta que no era mía.

Tenía su jodido aroma.

—¿Acaso me cambiaste?

—Pues sí, estabas toda cubierta de vomito, no iba a dejar que te metas a mi cama así. ¿No recuerdas?

—¡Pues no!

Caminé por la habitación en busca de mis cosas, mi teléfono, mi bolso, mi ropa. Encontre mi vestido.

—No tiene nada —se lo mostré. Tristan se tomó del puente de la nariz.

—Te lo fui a buscar antes de ducharme. Lo dejé para que te lo laven, supuse que no querrías caminar por los corredores vestida solo con mi ropa —sonrió de lado, paseando sus ojos por mi cuerpo—. Aunque no me molestaría, te queda bien lo mío.

Lo observé con el ceño fruncido... sí, tenía olor a limpio. Necesitaba irme de ahí y ordenar mis ideas.

—Lo de anoche fue un error... —murmuré.

La ilusión del engañoWhere stories live. Discover now