15 Muerte

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Ginny se había quedado adormilada, sin estar segura de cuánto tiempo había pasado en la más completa oscuridad.

Despertó cuando Bellatrix volvió para traerle la comida. Al parecer, la mortífaga tenía órdenes de no dejarla morir, pero a Ginny eso no le consoló. Bellatrix sonrió con crueldad al ver los restos de la anterior comida y la cara manchada de la chica.

–Veo que es cierto que los Weasley sois como perros.

–No voy a darte el gusto de morirme aquí –respondió Ginny, desafiante a pesar de su situación.

–Pues harías un gran favor ¿sabes? Tu novio seguramente arriesgará su vida para salvar la tuya. Un acto heroico, pero inútil a pesar de todo –Bellatrix se rio, y añadió con maldad–. Si tú murieses, él no tendría que desperdiciar su vida por ti.

–Serás... –Ginny insultó a Bellatrix de todas las formas que conocía, con todo el odio y la rabia que era capaz de sentir.

La mortífaga avanzó hacia ella, le cogió del cuello y la levantó en vilo.

–Jamás vuelvas a hablarme así –susurró, acercando la cara a la de la chica, y después, con una fuerza increíble, lanzó a Ginny contra la pared. La joven gritó de dolor y se encogió sobre sí misma, al clavarse una piedra en la espalda–. ¡Crucio!

La maldición la recorrió por todo el cuerpo, haciendo que se retorciese de dolor. Ginny no quería gritar, pero la mortífaga la torturó sin piedad, hasta que sus gritos finalmente retumbaron por el sótano.

Cuando Bellatrix se dio por satisfecha, se retiró por las escaleras, no sin antes dar una patada al plato que había traído, desparramando su contenido por el suelo.

Ginny continuó encogida sobre sí misma, tratando de respirar, durante mucho tiempo después de que Bellatrix abandonase la celda. Luchó contra el dolor y trató de moverse, a pesar de las punzadas que sentía en todo el cuerpo, alegrándose al descubrir que, aparentemente, no tenía nada roto. Fue entonces cuando se dio cuenta de que un brazo le estaba sangrando.

Ginny se giró con esfuerzo para ver la herida, y descubrió que, por culpa del impacto contra la pared, un pedazo de piedra se había roto, hiriéndola.

La chica ignoró la sangre y, a tientas, cogió la piedra con las manos; ya tenía con qué cortar sus cuerdas.

***

Celine tatareaba la canción que sonaba por la radio mientras conducía, tratando de mantener a raya su nerviosismo.

Draco iba a su lado, sin decir nada, y la miraba pensativo, alegrándose de que fuese ella la que le estuviese acompañando, pero sin poder explicar por qué.

El ruido del motor y el movimiento monótono del coche le estaban adormeciendo, pero aun así, no dejaba de mirarla. Recordaba cómo la había conocido y lo guapa que le había resultado entonces, y también se acordó de cómo la había insultado después (y se sintió idiota por ello), y cómo Celine había tomado la revancha en el bosque.

Después de eso, y de la pelea con la mantícora, no había vuelto a incordiarla, y Celine se había convertido poco a poco en alguien que siempre estaba a su lado cuando necesitaba hablar, en alguien que, en algún sentido, le apoyaba. Se había convertido en una amiga.

–¿Sabes? Me sorprende lo que vas a hacer –comentó Celine, despertándole–. Jamás te habría imaginado ayudando a Harry.

–Ya te lo he dicho, si él es el único capaz de derrotar al Señor Tenebroso, es mejor que no esté distraído por nada. Si él cae, muchos estaremos en peligro.

La familia Snape (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora