19 La última Horrocrux

65 6 17
                                    

Sólo había oscuridad. Oscuridad y frío.

Estaba en medio del vacío, sin saber si se movía, o si estaba quieto, o si lo que le rodeaba era aire o agua. No podía pensar, y tampoco le importaba no hacerlo. No sabía si seguía conservando sus sentidos o si es que no había nada que percibir. Simplemente flotaba.

–Harry...

Esa voz alteró la quietud de la nada, produciendo una ligera tensión, pero todo siguió igual. La misma quietud, el mismo silencio. La misma oscuridad.

–Harry...

La oscuridad se aclaró de forma casi imperceptible, y poco a poco comenzó a soplar una fina brisa.

–Harry...

La brisa se hizo más fuerte, dando paso al viento, que comenzó a girar a su alrededor. No lo tocaba, sólo lo oía, y le pareció que tenía cien matices distintos de intensidad y fuerza.

La oscuridad fue sustituida por un débil resplandor, que brillaba por delante de él. Entonces sintió como si tirasen de él hacia delante, primero muy flojito, y luego de forma más insistente. El rugido del viento atronaba en sus oídos, y tenía la sensación de ir cada vez más rápido, como si volara o cayera hacia la luz. El resplandor estaba cada vez más cerca, y era más potente, y sintió una especie de vértigo y pánico cuando tocó la luz y se sumergió en ella.

Sintió que se ahogaba y tomó aire, llenando los pulmones con todas sus fuerzas, al límite de su capacidad. Le dio un ataque de tos, pero eso le hizo despejarse y abrir los ojos.

–¡Harry!

Al principio no vio nada, pero poco a poco fue centrando una imagen. En concreto, la de una nariz desproporcionadamente grande y unos ojos oscuros que le miraban con atención.

–Potter, espabila –Snape le sacudía, a la vez que le apuntaba al pecho con su varita–. Vamos, despierta.

Harry se sentía muy cansado, como si no pudiera moverse, pero luchó por salir de ese sopor y apartarse de Snape.

Al girar la cabeza, vio a Ginny, arrodillada a su lado, con todo el aspecto de haber estado llorando. Al reconocerla sonrió débilmente. Había sido su voz la que le había traído de vuelta.

–Profesor, ya me ocupo yo de él –Snape la miró dubitativo, pero al ver que Harry se mantenía consciente, se encogió de hombros y se alejó de ellos.

–¿Cómo estás? –preguntó Ginny, cogiéndole de la mano.

–Tengo sueño –respondió él, débilmente–. ¿Qué ha pasado?

–Creíamos que estabas muerto, pero entonces llegó Snape y comenzó a presionarte en el pecho. Hizo un hechizo, no pude reconocer cuál. Volviste a respirar... –muy a su pesar, se le escaparon unas lágrimas, y Harry sacó fuerzas para levantar la mano y secarle la cara.

–No llores, estoy bien –Ginny se agachó sobre él y le abrazó. Harry, que poco a poco iba despertando, la rodeó con los brazos–. Te quiero –susurró. Ginny le besó.

Al otro lado de la habitación, Celine estaba muy afectada por lo que había pasado. No se podía perdonar el haber jugado de esa forma con la vida de Harry, y aunque el chico estaba bien, no dejaba de reprocharse el haber sido tan inconsciente.

Adrien y Draco estaban junto a ella, intentando distraerla, sin mucho éxito. De forma inconsciente, Draco le había apoyado una mano en la espalda, en un gesto de mudo respaldo. Snape llegó a su lado, y con una mirada asesina hizo que el rubio apartase inmediatamente las manos de Celine y se alejase a una distancia prudencial de ella.

La familia Snape (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora