21 El duelo final

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–¡Severus, corre! –gritó Astrid.

Él reaccionó a tiempo y saltó hacia un lado, arrastrando a Ginny cuando una parte del techo cayó sobre ellos. Se tiraron al suelo, pero en un segundo se levantaron y salieron corriendo.

Al llegar frente a la grieta, Snape hechizó a Ginny y la lanzó hacia el otro lado. Entonces él también se preparó para saltar, pero un nuevo temblor le hizo tropezar y perder el impulso.

Cayó al vacío, pero logró sostenerse a tiempo, a costa de un duro golpe contra la pared que le hizo perder la respiración y le creó un gran dolor en el costado. Haciendo un esfuerzo para sobreponerse al dolor, apretó los dedos, tensó los músculos y se impulsó hacia arriba.

Tenía que subir a pulso porque no tenía dónde apoyar los pies, y estuvo a punto de caer de nuevo al vacío a causa de los violentos temblores. La zona de la pared a la que estaba agarrado se iba disgregando poco a poco bajo sus dedos.

Snape no fue lo bastante rápido como para subir, y de pronto se quedó colgando tan solo de una mano, porque el asidero de la otra se había convertido en fina arena. Consiguió conservar la varita, y trató de impulsarse para agarrarse a algún sitio para no caerse.

La casa volvió a temblar, y su único punto de apoyo se convirtió en arena también, haciendo que Snape cayese al vacío.

Una mano le cogió de la muñeca justo a tiempo, impidiendo su caída. Snape miró hacia arriba, y vio que Astrid le sostenía. La mujer tenía medio cuerpo sobresaliendo por encima de la grieta, y de su anillo salían finas líneas azules que se entrelazaban alrededor del brazo del hombre, sujetándole.

Él se dio impulso y logró cogerse con ambas manos al brazo de Astrid, pero ambos comenzaron a resbalar por la grieta cuando la casa volvió a temblar.

Un hechizo les rodeó, impidiendo que se precipitasen al vacío. Snape se dio cuenta de que tanto Astrid como él estaban sujetos por una luz dorada que hacía las veces de arnés.

–¡Preparaos para correr! –escucharon que gritaba Adrien.

Ellos se cogieron de los brazos, agarrándose con fuerza. La luz dorada tiró de ellos, facilitando su rescate. Finalmente, salieron de la grieta y rodaron sobre sí mismos, alejándose de aquel lugar tan peligroso.

Entonces se pusieron en pie, tirando uno del otro, y echaron a correr, desesperadamente, sin soltarse. Adrien les esperaba, sin detener su hechizo, mientras que Celine le cubría con un escudo. Juntos, los cuatro, corrieron hacia la salida, sin mirar atrás.

Draco y Ginny esperaban en la puerta, evitando que se desplomase. Con un gran esfuerzo, mantuvieron su hechizo en pie hasta que todos estuvieron a salvo.

La casa se caía, literalmente, y el suelo se movía de tal forma que parecía que todo el terreno iba a desaparecer. Instantes después de su huida, la mansión se derrumbó por completo, creando una nube de polvo y escombros que les tiró al suelo.

Snape y Astrid permanecieron unos segundos sin moverse de donde habían caído, hasta que tuvieron las fuerzas suficientes como para sentarse y mirarse. Estaban heridos y completamente cubiertos de polvo, pero vivos.

Sus hijos se abalanzaron sobre ellos, casi ahogándoles en un abrazo. Los cuatro permanecieron unos minutos abrazados, llenos de alivio. Draco les observaba un poco apartado, con un nudo en la garganta.

A su lado, Ginny miraba la enorme mole de escombros que se distinguía a pesar de la oscuridad de la noche. Harry seguía allí, atrapado.

***

Shia se quedó quieta de repente, sin intentar escapar ni atacar. Sus ojos volvieron a ser dorados, y lentamente recuperó su forma de mujer-serpiente.

La familia Snape (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora