18 Castillos, gigantes y dragones

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Dentro de Hogwarts se estaba organizando la resistencia para luchar contra los Inferi en caso de que estos llegasen a penetrar las defensas. Los profesores ayudaban a los Aurores a dividir a la gente en grupos, y les guiaban a los lugares donde creían que podrían ser de más utilidad.

Los magos se repartieron desde las mazmorras hasta las torres, y la gente que estaba claro que no era capaz de luchar fue enviada a las cocinas, porque era el lugar más seguro de todo el colegio.

Ron y Hermione habían seguido el consejo de Iván, y no se habían unido a ninguno de los grupos, sino que iban solos por los pasillos, aun sabiendo que era peligroso. Discutían de qué forma podrían entrar los Inferi en un castillo que supuestamente estaba blindado, cuando oyeron algo que les puso en alerta. Era una especie de silbido, parecido al de las serpientes, pero demasiado fuerte como para que lo produjese un solo animal.

Sin hacer ruido, se asomaron por detrás de una esquina, la que daba al pasillo de los baños de Mirtle la llorona, y entonces vieron algo que les dejó sin respiración.

Del cuarto de baño de las chicas salía una serpiente gigantesca, pero lo que más extrañaba no era su tamaño, ni el de sus colmillos, sino que su cuerpo estaba cubierto de plumas, y tenía alas lo suficientemente grandes como para permitirle volar.

Se encogieron contra la pared, procurando no ser vistos, y temiendo que el sonido de los latidos de sus corazones alertase a la enorme serpiente. Sin embargo, el animal fue en dirección contraria a donde ellos estaban, y cuando el ruido de sus silbidos se perdió, se atrevieron a asomarse de nuevo.

Fue entonces cuando creyeron que el pulso se les había parado de verdad. Había un hombre saliendo por la puerta del baño.

Era un hombre muy alto y extremadamente pálido. No tenía nariz, y sus ojos se reducían a un par de rendijas rojas.

Lord Vóldemort estaba en Hogwarts.

***

Los mortífagos habían adelantado el día del ataque, pero seguían actuando con el mismo patrón.

Esta vez se habían dividido por tres ciudades, pero una de ellas, situada cerca de las montañas, era la que se estaba llevando la peor parte.

Los gigantes recorrían sus calles, destruyendo todo lo que se ponía a su paso, matando cada vez que se cruzaban con algún ser vivo, y sin que nadie pudiese detenerles.

Sólo un pequeño grupo de magos les hacían frente, en una valiente y desesperada defensa. Muchos de los integrantes de la Orden del Fénix, unidos a unos pocos Aurores, luchaban contra los gigantes, comandados por Albus Dumbledore. El mago se mantenía en primera fila, sin retroceder ante la furia de los gigantes.

Ya había derribado a tres de ellos, una verdadera hazaña, teniendo en cuenta que los gigantes eran inmunes a la magia. Su carácter fiero y luchador y su firmeza daban ánimos a los que le acompañaban, y su sola presencia bastaba para que todos se mantuvieran unidos y compenetrados.

Los gigantes, que por fin habían comprendido que ellos representaban su única amenaza real, se habían puesto de acuerdo y les habían rodeado, para atacarles a la vez.

–¡Atención todos! –gritó Dumbledore–. Formad un círculo y cread un escudo de protección general.

Los otros obedecieron y se colocaron en círculo, protegiéndose las espaldas mutuamente. Los gigantes les tiraron piedras, pero estas rebotaron en los escudos.

Furiosos, arrancaron todo lo que encontraron a mano, dispuestos a golpear el escudo hasta que este se rompiera. Dumbledore supo que estaban en problemas cuando el círculo de gigantes se estrechó a su alrededor, cada individuo portando todo tipo de armas, como farolas, bancos, bocas de incendios y hasta una motocicleta.

La familia Snape (Severus x OC)Where stories live. Discover now