2. Una audiencia con el Guardián

274 26 9
                                    

Permanezco perplejo, sin saber qué decir. La extraña chica sigue ahí de pie en la misma posición, clavando esos peculiares ojos violetas en mí.

—¿Mi espíritu, qué?

—Sé que ahora mismo debes de tener muchas preguntas en tu cabeza, pero tenemos poco tiempo y tienes que acompañarme.

—¿Acompañarte... , acompañarte a dónde? —le pregunto acobardado.

Su mirada se vuelve más intensa.

—Al mundo de los espíritus...

Me quedo sin habla y trago saliva.

—¿Al mundo de los espíritus?... Claro, ¿y por qué no? —pregunto con tono sarcástico. Inmediatamente me doy media vuelta y empiezo a correr. —Lo siento, pero yo no voy a ningún lado... —le digo mientras corro despavorido; sin embargo, me detengo en el acto al ver que la chica aparece repentinamente y, como por arte de magia, delante de mí.

—¿Cómo has...? Estabas allí y ahora... ¿Puedes usar la teletransportación? —pregunto asombrado.

—Entre otras cosas, pero eso ahora no viene al caso. Te he dicho que no tenemos tiempo.

—De acuerdo. Te escucharé, total, no tengo otra opción. —Doy unos pasos adelante—. Pero, antes que nada, ¿podrías decirme qué está pasando aquí?, ¿quién eres tú? Y, sobre todo, ¿quién es ese tío que está en el suelo y que se parece tanto a mí? —pregunto sucesivamente esperando una respuesta.

—La respuesta es obvia... el que está en el suelo eres tú o, al menos, tu cuerpo. El jabalí que te atacó te lanzó por los aires y, al caer al suelo, te partiste el cuello y moriste —me responde ella sin quitarme los ojos de encima.

Mi gesto se petrifica. No puede ser. Solo tengo 22 años, todavía hay muchas cosas que quiero hacer... Me giro y miro mi cuerpo, me quedo contemplándolo un rato, mientras guardo un tenso silencio.

—En cuanto a mí: mi nombre es Shailene, y soy la encargada de transportar a las almas que me asignan al mundo de los espíritus.

Miro hacia ella sobrecogido por sus palabras.

—¡Un momento!, ¿tú...tú eres la... la Muerte? —digo tartamudeando, y dando unos pasos atrás.

Por primera vez cambia la expresión de su cara, frunce ligeramente el ceño y resopla. Parece que no le ha gustado mi pregunta.

—Si me dieran dinero cada vez que un mortal me preguntara eso: sería el espíritu más rico del otro mundo —responde molesta—. La muerte es un proceso natural... inevitable y universal. Yo solo guío el espíritu de la persona fallecida a otro plano, donde será juzgada para ir al Paraíso o al Infierno. Ese es mi trabajo.

Suspiro tranquilo, aunque sin saber realmente por qué. Miro mi cuerpo, luego a la chica y, repentinamente, me da un ataque de risa nerviosa.

—¡Claro! —exclamo—. Ya lo entiendo todo, ya sé lo que ocurre —le digo entre risas—. Seguro que cuando estaba en el club, en algún descuido, alguien metió éxtasis en mi copa... ¡Pues claro! Eso explica las alucinaciones: él jabalí que salió de un fuego azul, él hombre de la espada que lanzaba rayos y, por supuesto, ¡tú! Una chica muy sexy que tiene los ojos violetas y que dice ser un espíritu. —Me acerco a ella sin miedo, hasta que la tengo frente a frente y la miro detenidamente de cerca—. Excepto por los ojos, pareces una chica normal... No te imagino asustando a los vivos.

—Puedo adoptar cualquier forma humana. ¿Te sentirías más tranquilo si tu Espíritu Guía se pareciera a Charlize Theron?

—Quizá... Bueno, no... No lo sé —respondo nervioso—. Y supongo que también podrás atravesar paredes, ¿no es así? —le pregunto con cierta burla.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualWhere stories live. Discover now