6. Una mansión encantada

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Tras salir de la tienda esotérica, volvemos al apartamento. Blake no se ha pronunciado en todo el camino. Imagino que debe de seguir pensando en lo que dijo aquella pitonisa. Saco la llave del apartamento, y, tras abrir la puerta, entramos los dos.

—No has abierto la boca durante todo el trayecto. ¿Ocurre algo, chucho? —pregunto extrañado.

—Sigo dándole vueltas a la visión de Mihaela.

Cierro la puerta y voy directo al sofá.

—¿Y tú entendiste algo de lo que dijo? —Me acomodo en el sofá—. No dijo más que sandeces, igual que esa tontería de un nuevo amor.

Él me mira de reojo.

—Sé que piensas que se trata de Shailene, pero, créeme, no estoy tan loco como para fijarme en un espíritu —le digo.

—¿Piensas eso de veras, Blake? —dice repentinamente una voz que me es conocida.

Miro a un lado y veo a Shailene saliendo de la cocina. Lleva una carpeta en una mano. Yo me levanto inmediatamente del sofá.

—¡Shailene! —exclamo sorprendido—. ¿Pero de dónde has salido? ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—No mucho. —Sonríe pícaramente—. Ya te han encargado tu primer caso, he venido a entregarte el informe.

—Bien. Al fin algo de acción —dice Blake encantado.

—Sí. Qué guay... ¿Y de qué se trata? —pregunto con cierta inquietud.

—No te preocupes. Es una misión de nivel C, no será nada muy complicado, ni demasiado peligroso —dice Shailene—. De hecho, se trata de un espíritu que se dedica a secuestrar niños para llevarlos a su guarida. Ya son cuatro los que se ha llevado hasta la fecha.

—¿Y dónde está su guarida? —pregunto.

—Eso también debes averiguarlo tú, novato —me replica Blake.

—Genial. Debo encontrar el escondite de un espíritu que secuestra niños. Pues sí, para ser mi primera misión es algo sencillito digo con tono sarcástico.

Shailene viene hacia mí.

—Debes darte prisa, Adrien. No sabemos para qué quiere a esos niños, ni siquiera sabemos si seguirán con vida. Así que, aunque sea un caso de nivel C, debes apresurarte. Aquí tienes el informe. —Me entrega una carpeta con un par de papeles en su interior y se despide mientras me guiña discretamente su ojo izquierdo. En un instante se desvanece.

—Bueno, novato. Tenemos trabajo. Quiero que te leas ese informe enterito y, mientras tanto, yo iré a hablar con mis contactos. A ver si alguno ha oído algo de ese espíritu secuestrador de niños.

—Pues como tus demás contactos sean como esa amiga tuya, vamos apañados —digo con tono burlesco.

—Muy gracioso —murmura él.

Blake se dirige a una silla que hay bajo la ventana que da a la escalera de incendios. Pega un pequeño salto a la silla, y, de otro brinco, sale por la ventana. A saber a dónde irá... Tomo asiento, abro el informe y comienzo a leerlo. Hay una lista de los cuatro niños con sus respectivos nombres y direcciones. Dos de ellos viven en la Calle 110, al norte de Central Park. Otro, en el número 995 de la Quinta Avenida, y una niña que vive en la Calle 59. Hay algo que me llama la atención, y es que todos estos lugares limitan con Central Park. Quizá el escondite de ese espíritu esté por algún lugar cercano. Continúo ojeando el informe mientras llamo por teléfono para encargar comida china, no puedo pensar con tanta hambre. Hay también unas fotos de los niños. Me detengo en la foto de la niña y la ojeo detenidamente. Me resulta familiar... Caigo en la cuenta de que es esa chica desaparecida que ha salido en las noticias, esa tal Sonia. Ella fue la primera. Mi tío también está investigando su desaparición... Qué casualidad.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualWhere stories live. Discover now