14. El golpe de gracia

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Hace solo unas semanas tenía una vida normal. Estudiaba en Princeton, salía con mis amigos... Mi única gran preocupación eran los exámenes. Ahora, estoy en medio de una guerra entre el mundo real y el espiritual. Enfrentándome a un enorme dragón, con un escudo y una espada, cual caballero medieval... La terrible bestia se aproxima despacio, caminando con sus gigantescas patas, las cuales tienen unas afiladas garras que parecen cuchillas. De repente, se detiene, y clava su mirada en Erik. Parece que le resulta familiar.

—¿Tú eres aquel guerrero que se enfrentó a mí hace siglos? —pregunta el dragón. Tiene una voz muy grave, que retumba en todo el parque.

Erik intenta levantarse del suelo, pero sus esfuerzos son inútiles, sigue muy mal herido

—Sí, soy yo. Y te aseguro que esta vez, te destruiré... —dice a gritos Erik desde el suelo.

El dragón se ríe al escucharlo. Mientras tanto, yo continúo en la misma posición sin saber qué hacer. Sin previo aviso, la bestia echa su cabeza hacia atrás, como si estuviera cogiendo impulso... Creo que va a arrojar fuego por la boca. No sé por qué, pero corro hasta Erik para protegerlo del feroz ataque del dragón. En cuestión de segundos, sale de su boca a propulsión un chorro de llamas, y el ataque va directo hacia Erik. Llego hasta él y me pongo a su lado, protegiéndonos a ambos con el escudo, el cual, crea inesperadamente, una especie de pequeña barrera de luz contra la que choca el chorro de llamas. Aunque la barrera nos protege, puedo sentir el calor que desprenden las intensas llamas.

—¿Por qué me ayudas? —me pregunta Erik perplejo.

Buena pregunta.

—No lo sé. Pero no hagas que me arrepienta. ¿Entendido, colega? —Continúo resistiendo el ataque, hasta que el chorro de llamas cesa y la barrera desaparece. El dragón, al ver que su ataque no ha surtido efecto, se queda impresionado.

—Ese no puede ser un escudo normal, si no mis llamas lo hubieran abrasado —asegura el dragón.

—¡Eso es porque este escudo es un Arma Legendaria! —le grito al dragón.

Erik me mira sorprendido.

—Claro, por eso tiene el mismo poder que mi espada —dice él.

—Me da igual lo que sea. ¡Os destruiré a todos! —exclama el dragón enfurecido. Repentinamente, empieza a lanzar llamas en todas direcciones. Los árboles y arbustos que hay a su alrededor se incendian, todo el parque está iluminado en medio de la noche. Empieza a rodearnos mientras arroja fuego, creando un gran círculo de llamas, del cual no podemos escapar.

Miro a todas partes y no veo a Shailene, hasta que reaparece de improvisto al lado nuestro. Ayuda a Erik a levantarse, y nos saca a los tres del interior del círculo de llamas. Desaparecemos y, al instante siguiente, aparecemos al otro lado del parque, justo al lado de Blake y Karla.

—¿Qué hacéis? ¿Por qué ayudáis a Erik? —pregunta Blake desconcertado.

—No te preocupes, está muy herido, y su espada la tiene Adrien. Así que ahora mismo es inofensivo —le responde Shailene.

—Vale... ¿Y alguien me puede explicar de dónde ha salido ese dragón? —pregunta Blake exaltado.

Shailene deja a Erik en el suelo.

—Como ya te dijimos antes, no hay tiempo —le contesta Shailene—. Adrien, tú ve a por el dragón. Yo intentaré arrebatarle la llave a Malik.

—¿Y si me encargo yo del brujo, mejor? —le pregunto a Shailene.

—Tú tienes la Espada y el Escudo legendarios —dice Shailene—. En cuanto a ti, Blake, quédate cuidando de Karla y vigila a Erik.

—Tranquila. Me encargaré de ambos —dice Blake, sin quitarle el ojo de encima a Erik, el cual permanece callado y con la mirada perdida.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora