5. Una visita a la pitonisa

179 20 5
                                    

Observo a mi alrededor o, al menos, lo intento. Todavía sigo algo aturdido por la teletransportación, pero, si no me equivoco, Shailene ha dicho que esta es mi nueva casa.

—¿Voy a vivir aquí? ¿En este apartamentucho? —pregunto con cierta decepción.

—Pertenecía a Colin... Era lo único que tenía. Como ya te dije: era un chico sin familia ni amigos.

Doy una vuelta por el apartamento para echar un vistazo. Está todo desordenado y tirado. Es un lugar muy pequeño: con un solo dormitorio; un baño bastante descuidado; una cocina que está hecha un desastre; y una sala con un sofá roñoso. En general, está todo lleno de suciedad y muy desatendido.

—El tal Colin no era de los que limpian muy a menudo —digo con tono burlesco mientras me dirijo hacia una de las ventanas que hay en la sala—. ¿Seguimos en Manhattan? —pregunto, y luego me asomo para ver la calle.

—Sí, estamos en Chinatown.

—Genial. Siempre quise tener un apartamentucho en Chinatown —digo en tono irónico. Observo la calle, está repleta de grandes carteles verticales y luminosos con letras chinas. Sí, no cabe duda: es Chinatown. Vuelvo a meter la cabeza dentro del apartamento y sigo ojeando las cosas de Colin. Hay una foto de él encima de una mesa del dormitorio. La cojo y la miro detenidamente. Era un chico rubio de pelo corto, ojos verdes, y una nariz delgada y pequeña. ¿Así que este es el aspecto que tengo ahora?... Bueno, no está mal. El chaval no era feo. Justo un poco más arriba de la mesa, hay un pequeño espejo clavado a la pared. Me quedo atónito mirándolo... Me estoy viendo a mí mismo—. ¡Eh, Shailene! —grito.

Ella viene de inmediato.

—¿Qué ocurre? —me pregunta.

—Mira el espejo. Soy yo...

Se ríe.

—Pues claro que eres tú. Verás, los únicos que te verán como Colin serán los mortales, pero, tanto tú como los demás espíritus, te veremos como Adrien.

—Interesante... —Continúo mirándome en el espejo.

De pronto, se oye un ruido. Parece como si hubiera entrado alguien por la ventana.

—¿Has oído eso? —le pregunto a Shailene.

—Tranquilo, nenaza, soy yo. Te dije que te vería luego —dice Blake, que acaba de aparecer de improviso.

—¿Otra vez el chucho parlanchín?, pero ¿cómo nos ha encontrado?

—¿Parlanchín? ¡Grrr! —me gruñe.

—Ya te dije que no debías subestimarlo, tiene un olfato de otro mundo —responde Shailene—. Ahora que ya has llegado puedes explicarle a Adrien qué es lo que debe hacer.

El chucho viene hacia mí.

—Abre bien las orejas, novato. A partir de ahora esperarás aquí a que se te asigne un caso. Los encargados de asignarlos son los espíritus que trabajan en un departamento especial que hay en la Torre. Ellos informarán a tu Guía para hacerte llegar los casos que te sean asignados.

Poso la mirada en Shailene.

—Ósea, que tú me entregarás esas misiones, ¿verdad?

Ella asiente con la cabeza al mismo tiempo que pone tímidamente una pequeña sonrisa.

—Entonces, eso significa que volveremos a vernos, ¿no? —le pregunto con entusiasmo.

—Por supuesto —contesta ella con notoria satisfacción.

Nos quedamos un rato mirándonos fijamente en silencio. Aunque noto cómo Blake nos mira a ambos.

—Bueno, como iba diciendo —dice Blake, rompiendo el silencio—; cuando te asignen un caso, deberás investigar qué espíritu es el responsable, dar con él y, por supuesto, atraparlo.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora