4. Un deseado regreso

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Tras firmar el contrato que había en ese antiguo pergamino, Shailene me mira con cara rara. Creo que no se ha tragado del todo que me lo haya leído entero.

—¿Y bien? —le pregunto.

—Ahora debes llevar el pergamino a la Sala de Archivos, que está en la segunda planta. Yo te acompañaré.

—Pues, vamos para allá. ¿Tenéis ascensores? —pregunto con tono cómico.

Se acerca a mí mientras sonríe.

—Dame tu mano —me pide.

Yo se la doy sin dudarlo. Confío en ella. Y, tras un chasquido de sus dedos, comenzamos a levitar.

—Esto es más rápido que cualquier ascensor —me dice mientras nos elevamos hasta el techo descubierto, por el cual, salimos al exterior.

—Madre mía... ¡No me sueltes, Shailene! —digo a gritos.

—Tranquilo. Aunque te cayeras, no te pasaría nada.

—Ya, pero no puedo evitarlo. Soy nuevo en esto de estar muerto, ¿sabes?

Estamos justo por encima de la monumental torre. Cuando llegamos a determinada altura comenzamos a descender, cada vez más y más rápido. Yo me acerco a Shailene y, sin darme cuenta, me agarro a ella por la cintura, pegando mi pecho contra su espalda.

—Perdón —le digo con timidez, y me separo inmediatamente de ella—. Ha sido por instinto.

—No pasa nada... —me responde.

Después de estar un buen rato descendiendo, aterrizamos en el puente, cerca de las descomunales escaleras de la entrada principal. La cola de gente es inmensa, todos están acompañados por sus respectivos Guías, los cuales llevan las mismas ropas de Shailene. Supongo que será el uniforme oficial de este sitio. Hay Guías que son tanto mujeres como hombres, de todos los aspectos y razas. Me pregunto si también tendrán los ojos violetas... Subimos el montón de escaleras y llegamos a la entrada principal. La cola empieza en el interior de la primera planta, la cual sigue en la línea del exterior de la Torre, con ese blanco puro en paredes y suelo. Es un lugar bastante curioso, ya que se trata de una gran sala parecida a cualquier oficina de Correos o de Hacienda, con una enorme cantidad de mesas llenas de papeles y lo que parecen... ¿ordenadores? Me quedo estupefacto ante lo que veo.

—¿Tenéis ordenadores?, pero ¿aquí hay internet?

—Después de todo lo que has visto, ¿eso te sorprende?

—Digamos que me choca un poco...

—Lo cierto es que son unos aparatos muy útiles. Sobre todo para almacenar y gestionar la gran cantidad de información con la que trabajan aquí —me explica.

—No te digo que no... ¿Y cómo es la contraseña del Wi-Fi? ¿Limbo123? —le pregunto en tono burlón.

—¿Qué es Wi-Fi? —me pregunta intrigada.

—¿El Wi-Fi? Digamos que son unas ondas mágicas con las que podemos conectarnos unos con otros —le respondo mientras ella me mira sin pestañear.

—¡Vaya! —exclama sorprendida—. Qué magia más útil.

—Sí, sí. Hoy en día no podríamos vivir sin esa magia.

—Ahora voy a enseñarte parte de las instalaciones. Esta es la Recepción: aquí las almas que vienen acompañadas por sus Guías solicitan una cita con el Guardián, al que verán en el séptimo piso, para conocer su decisión.

Hay un gran revuelo y alboroto en la Recepción, supongo que siempre será así. En las mesas veo a unos tipos que llevan las mismas ropas que Shailene.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualOnde as histórias ganham vida. Descobre agora