12. Unos leones cabreados

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Abro los ojos. Detrás de mí está la puerta en llamas. Miro a mi alrededor... Estoy rodeado por una espesa niebla, y apenas se ve nada, ni siquiera se ve el suelo. Nunca había visto una niebla así. Doy unos pasos en línea recta y miro a atrás. No puedo perder de vista la puerta. Vuelvo a mirar hacia delante y me percato de que a un par de metros de mí hay una pequeña luz. Voy hacia ella. Si no me equivoco, es un Ishidourou: un pequeño farol de piedra tradicional de Japón. La luz que vi viene de una vela que hay en su interior. Me fijo en que más adelante hay otra luz proveniente de otro farol... Quizá estos faroles indiquen el camino correcto. Tendré que arriesgarme.

Llevo ya un buen rato siguiendo el camino que marcan estos faroles. Si este camino no lleva a ese templo, estoy en graves problemas. Llego nuevamente hasta otro farol, y miro más adelante para ver el siguiente. Sin embargo, al no verlo, me veo obligado a dar unos pasos más. Según camino hacia delante, la niebla parece disiparse y, frente a mí, empieza a distinguirse un edificio. ¡Es un templo!

—¡Lo he encontrado! —grito eufórico. Continúo andando, hasta que atravieso la niebla. Todo el templo está rodeado por ella. Mientras avanzo, clavo la mirada en el templo. Parece un templo budista. Hay unas escaleras de piedra que llevan hasta un pequeño puente, que conduce a la entrada. A ambos lado del puente, hay dos grandes estatuas de bronce. Parecen perros, pero en realidad son los famosos Leones de Fu. Casualmente, suelen haber estatuas de esas en muchos templos y palacios budistas... Ahora que lo pienso, se nota que el tío Robert siempre tenía puesto el Canal Historia. Me pregunto cómo estará. La última vez que lo vi estaba destrozado por mi muerte. Espero que pueda superarlo y seguir adelante... Camino por el puente de piedra, hasta que llego a la entrada. El lugar permanece silencioso, no se oye absolutamente nada. Me encuentro bajo el umbral de las puertas del templo, las cuales están abiertas de par en par.

—Hola... —grito, y el eco de mi voz resuena en todo el templo. A priori, parece que no hay nadie. Entro atemorizado. Es un lugar lleno de grandes columnas, y cuyo interior está iluminado únicamente por una gran cantidad de velas, que están dispersas por todo el templo. Tanto en las paredes como en las columnas, imperan el dorado y el rojo. Sigo avanzando con pasos cautelosos. Reina un inquietante silencio en este lugar. Miro en todas direcciones, buscando alguna señal del espíritu o el escudo. Ahora que lo pienso, me dejé el secador en el piso de Colin. La Llama Verde me hubiera venido genial ahora... Espero no necesitarla. Mientras camino hacia el interior del templo, me saco el silbato del cuello, para estar preparado por si acaso aparece el espíritu que custodia el escudo. Al llegar a lo más profundo del templo me topo con unas enormes puertas.

—Estupendo... ¿Y cómo se supone que voy a abrirlas? —pienso en voz alta, y continúo ojeando, en busca de algún mecanismo que me permita abrirlas. De repente, como por arte de magia, las puertas empiezan a vibrar fuertemente y se comienzan a abrir solas. Yo mantengo la compostura e intento aparentar que no pasa nada, aunque por dentro estoy a punto de hacérmelo encima. Avanzo sigilosamente hasta superar el umbral de las puertas, y luego me detengo a observar. Hay una pequeña sala repleta de velas y, justo al fondo, se halla el escudo. Está sobre una especie de capilla. ¿Ese es el Escudo de Luz? Corro hacia él, pero me detengo en el acto. Un momento... Demasiado fácil. Tiene que haber alguna trampa. Me acerco muy despacio mientras miro al techo, al suelo, las paredes... Examino la sala de arriba abajo, hasta que llego a la capilla. Lo tengo justo delante. Es un gran escudo de forma circular y de color metálico, excepto por los bordes, que son de color dorado. Tiene unos extraños símbolos inscritos, pero, lo que más me llama la atención, es que justo en el centro del escudo hay grabada una figura triangular, que es también del mismo color dorado de los bordes. Un escudo muy chulo, pero ¿dónde está la trampa? porque estoy casi seguro de que tiene que haber alguna trampa. Bueno, no he llegado hasta aquí para nada. Inspiro profundamente... y luego suspiro.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualWhere stories live. Discover now