10. Un brujo vengativo

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Karla se acerca, acompañada de Alyssa. Mientras tanto, yo intento pensar en qué le puedo decir a Karla.

—Por ahí vienen Karla y su hermana. ¿Y ahora qué le digo a Karla?

—Menos que eres Adrien Fleming, puedes decirle lo que quieras —dice Shailene.

—Qué gran ayuda.

Karla y Alyssa finalmente llegan hasta aquí.

—Ya hemos vuelto, Colin —dice Karla muy sonriente.

—Qué rápido —digo con nerviosismo.

Karla mira a Shailene de reojo.

—¿Quién es tu amiga? —me pregunta Karla.

—¿Ella?... ¡Ah, sí! Shailene ella es Karla. Karla, esta es Shailene... mi hermana.

—Ah... Tú hermana. Encantada —dice Karla, con una sonrisa forzada en los labios.

—Igualmente, Karla —dice Shailene con gesto inexpresivo.

Alyssa se acerca a la cara de Shailene.

—¡Uau, me encantan tus lentillas! —dice con fascinación.

—¿Lentillas? —pregunta Shailene extrañada.

Yo intervengo.

—Sí, son unas lentillas geniales. —Agarro a Shailene del brazo—. Tengo que irme, Karla. A mi hermanita le han robado el bolso y tengo que acompañarla a casa.

—Ah, claro. No importa, vete —dice Karla, con una cierta incredulidad.

Me llevo a Shailene del brazo mientras Karla observa cómo me voy. Parece muy molesta y defraudada.

—¿Así que ahora soy tu hermana? —me pregunta Shailene.

—Era lo único que se me ocurrió, ¿preferías que le dijese que eres mi Espíritu Guía? ¡Entonces sí que hubiera flipado! Además, no tenía mucho tiempo para pensar... ¿Has visto la cara que ha puesto cuando le dije que te habían robado el bolso? Está claro que no se lo ha tragado.

—Pareces molesto —me dice Shailene.

—No, simplemente estoy algo nervioso y confuso por la situación.

Salimos del club y Shailene se separa de mi lado.

—No debí haber venido. Siento haber estropeado tu cita —dice ella y se aleja.

—Espera, Shailene. ¿A dónde vas?

Ella sigue andando sin mirar atrás. Voy tras ella y la agarro por el brazo.

—No sé en qué estaba pensando. Está claro que tú solo tienes ojos para esa mortal —me dice con gesto entristecido.

Me fijo en ella y por su rostro le cae lo que parece una lágrima.

—No puede ser... ¡Estás llorando! —exclamo—. ¿Cómo es posible?

No me responde y se vuelve a alejar.

—¡Shailene! —grito su nombre con la esperanza de que se detenga, pero no es así. Sin pensarlo dos veces, corro para alcanzarla. Me pongo frente a ella, cortándole el paso, y la agarro de ambos brazos—. He estado enamorado de Karla desde que la vi por primera vez cuando éramos niños, pero... la verdad es que por ti... siento algo mucho más fuerte. Tienes algo que me atrapa —le digo a bocajarro. Seco la lágrima de su rostro con mi dedo y luego acaricio su pelo. Lo tiene increíblemente suave.

—¿Lo dices de verdad? —me pregunta con la mirada puesta en el suelo.

—Sí. No tendría por qué mentir —La cojo por la mejilla y le levanto levemente la cabeza, hasta que nuestras miradas coinciden. Me acerco despacio a sus labios, muy despacio, y la beso. La sensación es indescriptible... Mientras nos besamos, es como si el tiempo se hubiera detenido. Ahora sí parece que esté en el limbo. No se oye absolutamente nada. Estamos solos, ella, yo y la noche. En este momento, el corazón me late tan deprisa que podría bailar al compás de sus latidos. Separo mis labios de los de ella, y vuelvo a mirar sus electrizantes ojos—. ¿Qué has hecho conmigo, Shailene? —le pregunto entre susurros—, creo que me hechizaste desde que me miraste por primera vez con esos ojos —le confieso.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualWhere stories live. Discover now