9. Un baile muy especial

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Es sábado por la noche. Tras esperar a que Blake se fuera, llamo a Karla para saber dónde es la fiesta de su hermana. No sé cuánto tardará el chucho en volver, así que me visto lo más rápido que puedo para la ocasión. Oigo un ruido repentino y salgo del dormitorio... Se trata de Blake, que ha entrado por la ventana. Esto es increíble. Otras veces se pasa horas y horas fuera, y, precisamente hoy, tenía que volver tan pronto.

—¿A dónde vas? —me pregunta él.

—Aunque seas un perro, podrías usar las puertas y no entrar por la ventana.

—¿Y cómo pretendes que llame a la puerta? —gruñe, y luego me empieza a mirar de arriba abajo con ojos escrutadores—. ¿Vas a dar una vuelta?

—Sí. No puedo estar todo el día aquí metido, así que he decidido salir a tomar algo. Con esta nueva cara puede que hasta ligue —digo entre risas.

Blake permanece callado unos segundos.

—No puedo impedir que salgas, pero recuerda que no debes ir en busca de tu tío, ni de esa Karla. Ya conoces las reglas.

—Como vuelvas a mencionar lo del puñetero equilibrio del universo, te quedas sin cena, chucho. ¡Te lo advierto!

—Haz lo que quieras, pero no digas luego que no te he advertido, novato.

—¿Piensas llamarme así siempre?, ahora técnicamente tengo dos nombres. Podrías llamarme Colin, para variar un poco.

—Ya, pero sigo prefiriendo llamarte novato. —Se ríe.

—Eres un caso perdido, ¿sabes? —Salgo y cierro la puerta.

La fiesta es en un club que se llama Opus Lounge, que está en el 417 West, en la Calle 202, entre la Novena y la Décima Avenida. Cojo el metro. Durante el trayecto pienso en todo lo que me ha sucedido en una semana... Es algo realmente inverosímil. Pero ahora lo importante es que esta noche tengo una segunda oportunidad con Karla. Por favor, universo: no me la vuelvas a jugar...


Finalmente, llego a la Calle 207 de la Décima Avenida, desde la cual voy a pie hasta el club. Tras un rato andando, ya puedo ver la larguísima cola de gente que hay por fuera del local. Repentinamente, oigo una voz femenina que me resulta familiar. Viene de la cola.

—¡Colin! —me llama la voz.

Se trata de Karla, que está esperando en la cola para entrar al club y me hace señas para que vaya. Camino hasta donde está ella. Esta noche está especialmente guapa: con un traje de color azul eléctrico que le queda muy bien con sus ojos color miel.

—¿Qué tal, Karla? —le pregunto, a modo de saludo.

—Bien. Veo que al final has venido, así no estaré tan sola —me dice, y sonríe con efusividad.

—Claro. ¿Acaso pensabas que no vendría? —Le devuelvo la sonrisa.

—Bueno, supongo que debe resultar raro que una extraña a la que conociste en un funeral te invitara a la fiesta de su hermana —dice entre risas.

—Pues, hombre. Visto así —le digo, y suelto una pequeña carcajada.

—Es que..., no sé..., es como si te conociera de antes —me dice ella mientras me mira fijamente a los ojos.

—Créeme, si te conociera, me acordaría. Nunca me hubiera olvidado de una chica tan guapa.

Se ríe tímidamente.

Me percato de que viene hacia nosotros Alyssa: la hermana de Karla.

—¿Quién es tu amigo, Karla? —pregunta Alyssa, y me pone una amplia sonrisa.

Adrien Fleming y el Mundo EspiritualWhere stories live. Discover now