Capítulo 28 👑

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Luca

Oí el tictac del reloj en la pared que indicaba más de mediodía. La tensión de tres noches sin dormir me estaba afectando y tenía los ojos irritados. Solo encontraría un descanso cuando Palermo estuviera libre de escorias. Algo imposible, por supuesto. Al menos sabía con certeza que cada sacrificio valdría la pena.

—¿Por dónde empezamos? —inquirió Luciano.

Me froté la barbilla, mirando los planos sobre el escritorio que me había dado Gian. Mostraban cada estructura de la mansión dónde se llevaría a cabo la dichosa fiesta de Fernando. Isadora conocía a la perfección cada rincón y lo adecuado era asistir con ella como mi pareja.

—Hay un edificio ubicado a 200 metros de distancia —murmuró Gian sentado frente a mí y masticando un cannoli—. Tiene ventanas dónde podrá trabajar un francotirador.

No quería que esto fuera muy escandaloso durante la fiesta. La muerte de Fernando provocaría un impacto, pero la idea era que mi imagen y la de Isadora estuviera limpia. Por eso tenía en mente algo más discreto que no dejaría tantas preguntas ni sospechas.

—¿Cuántos hombres han confirmado el dron? —Me pasé una mano por el pelo—. ¿Tenemos imágenes de sus rostros?

Gian terminó de masticar el último bocado y sonrió. Luciano seguía escribiendo en su celular, preparando todos los datos que había solicitado.

—La estimación sigue siendo la misma. Y no, no tenemos fotos de sus rostros, no de la mayoría. Verán a nuestros drones si se acercan demasiado—respondió—. La buena noticia es que pudimos evitar las cámaras.

Me eché hacia atrás en la silla.

—¿Eso es todo?

—Hay un soldado en especial que no se aparta de Fernando cuando abandona la fortaleza de su mansión—Gian me tendió una fotografía—. Apostaría que es el más peligroso. De él sí pudimos capturar su rostro.

La imagen mostraba a Fernando siendo custodiado en su todoterreno por un hombre trajeado, piel oscura y cabello atado en un nudo. Por su tamaño deduje que medía cerca de dos metros y era muy robusto.

—Glev Kizmun. Cuarenta años—Gian leyó su expediente en el iPad—. Estuvo en prisión en 2005 por peleas clandestinas.

Suspiré.

—¿No hay más?

—Es todo lo que encontré de él.

Miré a Luciano.

—¿Qué vas a aportar?

Guardó el celular en su bolsillo y me dio toda su atención.

—Investigué al servicio de catering que contrató Fernando para la fiesta. Quince camareros a su disposición. Será fácil infiltrarme.

Gian ladeó una ceja.

—Reconocerá tu cara.

—Dudo que pueda entre tantos invitados—contestó Luciano.

—¿Qué planeas, Luca? —cuestionó Gian.

Me froté la barbilla.

—Como dije antes no quiero que su asesinato sea sangriento—expliqué—. Eso nos convertirá en sospechosos de la justicia y necesitamos que esto termine pronto. Hacer que la muerte de Fernando parezca algo natural—Me encogí de hombros—. Nadie indagará si muere de un infarto.

Mis primos se enderezaron en sus asientos.

—¿Cómo vas a lograrlo? —preguntó Luciano y sus ojos brillaron—. ¿Veneno?

El Rey Oscuro [En Librerías]Where stories live. Discover now