Capítulo 31 👑

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Luca

Un silencio de muerte se instaló en la línea. No iba a retractarme. No era un cobarde. En situaciones desesperadas lo adecuado era tomar riesgos necesarios. Moretti era un gran activo en este negocio. Era retorcido y un psicópata sin escrúpulos, pero quería su influencia a mi disposición. Una alianza que nos beneficiaría a ambos.

—Quiero una muestra de lealtad—dije.

—¿No te he dado suficiente, Vitale?

—No me has dado muchos motivos para confiar en ti.

Hubo otra pausa, pero sabía que lo tenía. Él tampoco daría un paso atrás.

—Bien —cedió—. Tendrás a tu disposición diez hombres mañana en la fiesta. Servirán de refuerzo. Las alas de tu mariposa están rotas, ¿no es así?

—Ella está herida—apreté la mandíbula—. Ni siquiera debería participar en esto.

Respondió con una carcajada.

—Dime que no intentaste detenerla—silencio—. ¿Lo hiciste, maldito imbécil?

—No hablaré contigo de mi mujer. Envía a tus hombres mañana y nuestro trato estará hecho.

—Cuenta con ello.

—Estaremos en contacto—Colgué la llamada y mordí la punta del bolígrafo.

Tres días habían pasado desde el atentado, Alayna mejoraba. Recuperó gran parte de su movilidad. Ella estaba lista y me advirtió que si intentaba detenerla tendríamos otra discusión. Era inútil pelear. Nadie la convencería de lo contrario. Mañana finalmente atacaríamos a Fernando y me sentía ansioso. Había perdido a varios hombres. Muchos creían que estaba indefenso y en desventaja. Con el gobernador muerto nadie se atrevería a cuestionar al rey oscuro. Mi pacto con Moretti facilitaría algunas cosas.

Una fuerte voz interrumpió mis pensamientos cuando la puerta se abrió y dos individuos entraron a mi oficina. Laika trotaba al lado de mi primo con la lengua afuera. Ella no esperó ninguna invitación para ubicarse en el sofá que tanto amaba.

—Me escondí en un contenedor de basura—espetó Gian indignado—. Cuando llegué a mi departamento me tomé un baño, pero todavía seguía apestando. ¿Sabes qué fue lo peor, Luca? ¡Arruiné mi camisa de dos mil euros!

Esbocé una sonrisa y sacudí la cabeza. Extrañaba su tonto trasero humorista.

—Estoy feliz de verte bien, hermano—dije. Mi sonrisa cayó, mis ojos observaron a Eric parado en la puerta sin un rastro de emoción en su cara. ¿Cómo podía entrar aquí? ¿Acaso no sabía que Alayna estaba presente? No valoraba su miserable vida—. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué razón vendrías? Te consideraba un hombre inteligente, tío.

—Ya no podía esconderme.

Me burlé de él.

—¿Qué esperas? ¿Ser recibido con los brazos abiertos? Yo no confío en ti, dudo que vuelva a hacerlo algún día.

Cerró los ojos un segundo y cuando volvió a abrirlos, eran más duros y determinantes. Gian que normalmente defendía a su padre se mantuvo en silencio. No había forma de justificarlo. Todos cometíamos errores, pero Eric había ido demasiado lejos. No podía superar tres años perdidos...

—Vine a disculparme con ella.

De todas las cosas que esperaba escuchar esa mañana, que mi tío traidor admitiera sus fallos no era una de ellas.

—Hasta que al fin admites que fuiste un cobarde—mascullé—. Solo ella tiene la última palabra aquí. Si quiere perdonarte eres más que bienvenido en la familia.

El Rey Oscuro [En Librerías]Where stories live. Discover now