Capítulo 5 👑

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Alayna

Declan estacionó el auto frente a mi casa y esta vez dejé que me abriera la puerta. La tormenta de nieve apenas me permitía respirar y los escalofríos me sacudieron de pies a cabeza. Necesitaba entrar pronto o me congelaría. La cena con él fue agradable y sirvió para distraer mi mente un par de horas. Pasó un tiempo desde que me sentí relajada.

Hablamos de negocios y sobre temas interesantes. No conocía con exactitud a este sujeto, pero estaba segura de que viajar a New York sería muy entretenido. Me ensuciaría las manos nuevamente después de un largo tiempo y tenía que ser memorable. Haría que valiera la pena.

—Espero que pienses en mi propuesta—murmuró Declan y se frotó las manos.

¿Pensar en su propuesta? Había dicho que no y jamás cambiaría de opinión. Cuando algo se metía en mi cabeza era imposible quitármela.

—Vas a decepcionarte si esperas una respuesta de mi parte—dije—. Matar a Boticelli es todo lo que haremos juntos.

Sonrió.

—Eres una mujer muy testaruda, Alayna.

Me encogí de hombros.

—No conoces ni un tercio de mí, Declan.

Avancé hacia el portón de mi casa con el irlandés siguiéndome los pasos. Si pretendía una invitación se quedaría con las ganas y moriría congelado.

—Voy a enviarte los datos sobre nuestro viaje a New York —dijo—. También te mandaré un regalo mañana y ojalá no la rechaces. Te gustará.

Le di una sonrisa petulante.

—Aceptaré dependiendo del regalo. Más vale que no sea una bomba o algo por el estilo.

Dejó salir una risotada cargada de burla y diversión.

—Te dije que no tenía intenciones de matarte.

Inserté el código que estaba en japonés sin darle oportunidad de ver. Ya tuve suficiente de su presencia esta noche. Para mi desgracia lidiaría con él los próximos días. Qué castigo.

—Veremos hasta cuando sostienes esa opinión—espeté y los portones se abrieron.

Declan se rió y lo miré sobre mi hombro, deteniéndome en la entrada. Sus ojos verdes eran llamaradas de deseo y nuestras miradas se trabaron, perdidos en una especie de magnetismo que no podía explicar. Culpé a mi abstinencia sexual. No había follado en meses y él era atractivo.

—Fue bueno hablar contigo —Ubicó las manos en los bolsillos de su pantalón—. No puedo esperar los próximos días.

—Es una pena que no pueda decir lo mismo.

La esquina de su boca se inclinó en otra sonrisa.

—Me gustan las mujeres rudas.

Entré y los portones se cerraron.

—Buenas noches, Declan.

—Buenas noches, Alayna.

Ingresé a la sala, cerrando de golpe la puerta. Solo me sentí tranquila cuando escuché el rugido del motor y suspiré. Colapsé en el sofá más cercano mientras pensaba en los últimos sucesos. Declan era un lindo material para distraerme, pero una parte de mí rechazaba a cualquier hombre que intentara tocarme.

Mi cuerpo estaba presente, ¿pero mi mente? Siempre perdida en él. Era enfermizo incluso admitir que me había imaginado su cara muchas veces mientras acudía a otras personas. Luca jamás iba a borrarse de mi memoria. Seguía en mi cabeza, destrozándome pieza por pieza.

El Rey Oscuro [En Librerías]Where stories live. Discover now