Capítulo 3 👑

55.8K 6.8K 6.4K
                                    

Luca

La cara de Kiara estaba pálida, su cuerpo era tembloroso y sus ojos se llenaron de lágrimas. Era como si la sangre hubiera dejado de bombear en sus venas. No sabía cómo tomar su reacción. Algo la atormentaba y por alguna razón no quería decírmelo. ¿Por qué? Le asustaba hablar.

—¿Qué sabes sobre Alayna? —La miré fijamente y eso pareció intimidarla—. Pasaron tres años y dudo que haya algo que no sepa. ¿Verdad, Kiara?

Apartó los ojos.

—Tienes razón, pasaron tres años—susurró y agachó la cabeza—. No tiene sentido escarbar en el pasado.

Mi mano se aferró a su brazo cuando intentó darme la espalda. En silencio estaba gritándome miles de secretos, pero tenía la sensación de que diría nada. ¿Qué la detenía? Pensé que había confianza entre nosotros.

—¿No tiene sentido qué? —inquirí, enojándome—. ¿De qué diablos hablas? Ya abriste tu boca, será mejor que termines cualquier cosa que tenías en mente. Tú misma me dijiste que ella se fue del hospital sin despedirse de mí. Me dejó porque no le importo.

El miedo se profundizó en su rostro mientras retrocedió lentamente.

—Sí —dijo despacio—. Es lo que sucedió.

Mis ojos se detuvieron en la mirada de pánico en su rostro. El sentimiento de traición recorrió mi cuerpo, la rabia hirvió en mis venas. ¿Por qué la mencionaba? ¿Por qué hablar de ella cuando trataba de superarla? ¿No podía ver cuánto me lastimaba?

—¿Estás segura de que es solo eso? —presioné.

Me dio un débil asentimiento.

—Sí —contestó con rigidez—. Debo ir a estudiar. Que tengas una buena noche, Luca.

Se zafó de mi agarre y la vi desaparecer en su habitación. Mi corazón se contrajo mientras apoyé mi espalda contra la pared y cerré los ojos. No pensaría sobre el asunto, no le daría relevancia, Kiara no me ocultaba nada.

Y ella...

Se fue, nunca volvería a verla, mucho menos entraría a mi vida.

Alayna Novak estaba muerta.

Lo estuvo desde el día que me abandonó en el hospital y destrozó mi corazón.

👑

Pasé las siguientes horas encerrado en mi oficina. Leí apuntes, bebí whisky más de lo normal y observé la noche desde mi ventana. Sabía que pronto debía ir a buscarla. ¿Estaba entusiasmado? No, pero necesitaba hacer que nuestro matrimonio funcionara de algún modo. Avanzar y no estancarme en este laberinto que no tenía salida.

Cuando dije sí en el altar, prometí que la haría feliz, pero sentía que estábamos en nuestro peor momento. Isadora lloraba constantemente y yo me encontraba perdido. No podíamos seguir así, ambos nos hacíamos daño. No quería que Thiago creciera con padres que apenas toleraban tocarse.

No la amaba.

Nunca podría.

No quería que Isadora me tuviera rencor, aunque no la culparía si fuera el caso. Ya había soportado muchos de mis desplantes y la cuota de paciencia se estaba agotando. La única salida era el divorcio y matar a Fernando para que no le hiciera daño.

¿El problema? Isadora insistía en que nuestro matrimonio tenía salvación. Yo no. A veces solo deseaba tomar el primer avión y buscar por mi cuenta el jardín donde se encontraba la mariposa. ¿Valía la pena seguir aferrada a ella cuando no dudó en abandonarme?

El Rey Oscuro [En Librerías]Where stories live. Discover now