Epílogo 👑

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Luca

Alayna era una verdadera fantasía. Pasarían los años y nunca la superaría. Ella era hermosa, pero esa noche se había esmerado. El vestido negro brillante se aferraba a sus curvas, revelando esos preciosos muslos por los que vendería mi alma. Me tenía envuelto alrededor de su dedo. Alimentaba mi obsesión con cada respiración.

—¿Puedo ver de una vez? —preguntó—. No quisiste decirme nada el resto del viaje y estoy cansada de los misterios.

—No—respondí entre risas mientras la guiaba hasta la cama cubierta con pétalos de rosas—. Deja de ser impaciente, mariposa.

Las velas de la habitación proyectaban un suave resplandor sobre su cuerpo, sus pómulos, sus largas pestañas y sus labios rojos. Labios que esa noche besaría durante horas mientras le recordaba que era solo mía.

Me había tomado un día organizar todo para que fuera perfecto. Seguía nervioso a pesar de que ya sabía cuál sería su respuesta. Nunca dudé de los sentimientos de Alayna. Estaba listo para vivir a su lado los siguientes años, seguir peleando, disfrutar cada segundo porque tener su corazón era un privilegio y yo quería cuidarlo.

—¿Luca?

Quité la venda de sus ojos y me quedé quieto disfrutando su reacción. Primero fue sorpresa, luego felicidad y al final absoluto shock cuando me hinqué sobre mis rodillas y le enseñé el anillo. La niña que llevaba dentro de ella no podía asimilar que la amaba más que a mi propia vida. Podía verlo en sus ojos, las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Si supiera que era capaz de saltar desde un barranco si me lo pidiera... Yo era su esclavo.

—He querido hacer esto durante mucho tiempo—admití—. Esa noche en Inglaterra, antes de que recibiera la llamada que me obligó a regresar en Palermo, pensé en lo perfecto que quedaría este anillo con mi apellido en tu dedo.

Dejó escapar un suspiro.

—No hay nada que desee más en este mundo.

Mis labios se inclinaron en una sonrisa.

—Fuiste la primera persona que creyó en mí y me inspiraste a ser un mejor hombre. Me haces luchar contra ti por las cosas más simples. Maldita sea, a veces me sacas de quicio con tu terquedad, pero nunca he necesitado a nadie de la forma en que te necesito a ti, Alayna. Te amo porque eres valiente, hermosa, fuerte y admirable. Te amo porque nunca te importó quién era. Te amo porque cada vez que te toco siento que nunca es suficiente. Te amo como un loco y pienso hacerlo hasta mi último aliento.

—Luca...

—¿Quieres pasar el resto de tu vida a mi lado, Alayna Novak?

Me sonrió y se secó las lágrimas. Todavía tenía la respiración contenida, el corazón apenas latiendo mientras esperaba su respuesta. Todo dentro de mí se sentía tan pleno que podría estallar. Alayna se arrodilló a mi lado, sus ojos azules intensos.

—Sí —respondió—. Quiero ser tu esposa, Luca Vitale.

Deslicé la alianza en su dedo y ella soltó un jadeo asombrado cuando vio la piedra en detalle. Era una mariposa de alas abiertas hecha de diamantes de 75 quilates. Brillante, perfecta, delicada. Justo como ella.

—Es hermoso—musitó.

—Te dije que un día pondría un anillo en tu dedo.

—No soy una mujer religiosa, no me casaría en una iglesia.

—Nadie mencionó que lo haríamos en una iglesia. Te llevaré a Las Vegas, dónde tú quieras, pero vas a ser mi esposa, Alayna Novak.

Soltó una risita que era como música para mis oídos y depositó sus labios contra los míos. Me deleité con su sabor a cereza, sus gemidos eran mi recompensa, su toque produjo una ola de excitación en mi cuerpo. La levanté en mis brazos y la recosté sobre la cama, los pétalos de rosas se sacudieron por todas partes. Volví a besarla. Su lengua bailaba contra la mía, la ropa empezó a estorbarnos. Con lenta precisión, subí el vestido hasta sus muslos y deslicé por sus piernas la pequeña tanga blanca. Cristo, estaba muriendo de hambre.

El Rey Oscuro [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora