Capítulo 8

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-NARRA AITANA-
Entre en casa y cerré la puerta con fuerza. El enfado apenas me dejaba pensar, simplemente me moví con rapidez hacia la cocina de donde provenían voces. Allí las cuatro personas que había se quedaron mirándome mientras me acercaba a Pedri y le daba un empujón.

- Eres un desgraciado -dije
- ¡Aitana! -gritó mamá
- Te mereces lo peor
- Tranquilita ardillita -sonrió el idiota

Intenté empujarlo de nuevo, pero mi madre su puso en medio y me agarró de los brazos para obligarme a mirarla.

- ¿Qué te crees que haces jovencita? -dijo
- ¡Este idiota ha interrumpido mi cita y se ha puesto a contarle cosas vergonzosas sobre mi a Fermín!
- ¿Cómo? -preguntó Rosi

Vi de reojo como Fer hacía una mueca y decidía escapar de la guerra en la que se iba a convertir esta cocina. Propio de él, siempre huía de los problemas entre su hermano y yo. No lo culpaba.

- Era una broma, exagerada -dijo Pedri
- ¡Pienso matarte y hacer una sopa con tus órganos!
- ¡Aitana! -volvió a regañarme mamá
- ¡Me ha dejado en ridículo!
- Pedro, discúlpate -dijo Rosi
- Ni de coña -rio- tampoco ha sido para tanto
- ¡Le ha dicho que me huelen los pies! ¡Y que le obligaré a ver pelis de Disney!
- ¿Acaso es mentira?
- ¡Te odio!
- ¡Aitana ya vale! -dijo mamá- vamos a hablar arriba
- No quiero hablar, quiero arrancarle los miembros a Pedri
- Bien -dijo Rosi- evidentemente esto no lo vais a arreglar ahora, así que creo que lo mejor es que subas antes a relajarte Aiti y después habléis como personas civilizadas
- Es difícil cuando tu hijo es un puto neandertal

Los dejé a todos con la palabra en la boca y subí corriendo a mi habitación. Sabía que mamá estaría petando a mi puerta en cero segundos, así que ni siquiera me molesté en cerrarla. No me arrepentía de nada de lo que había dicho y ni de broma pensaba pedirle perdón a Pedri como mi madre me pediría, antes muerta.

-NARRA PEDRI-
Cuando Aitana se fue corriendo y Silvia se fue detrás de ella, mi madre se puso frente a mi para impedirme el paso y me miró seria como siempre que iba a echarme la bronca.

- ¿Por qué has hecho eso? -preguntó
- Por favor, es una exagerada, fue una broma
- De muy mal gusto
- Que tontería
- Le has dicho en su primera cita al chico que le gusta que le huelen los pies
- ¿Qué más dará? Ni siquiera le gusta de verdad
- ¿Ah no? ¿Cómo sabes tu eso?
- Porque lo sé, la conozco
- Pues yo también, y fíjate que yo si que creo que le gusta Fermín
- Pues no ¿vale?
- ¿Cómo estas tan seguro?
- Porque no le brillan los ojos, no se sonroja, no se muerde los labios por nerviosismo y no aparta la mirada de la suya avergonzada. A Aitana no le gusta ese tío

Mamá levantó las cejas sorprendía, y no sé porqué una sonrisa se asomó en sus labios.

- Vaya -dijo- Bueno, supongo que tienes razón
- Mejor me voy, no quiero que haga sopa con mis órganos si nos dejáis solos
- Deberías disculparte
- Pues no lo haré
- Pedro
- No lo haré mamá, ¿vale? Déjalo estar

Dejé a mi madre con la palabra en la boca antes de que siguiese regañándome y me escapé a toda prisa de casa. No tenía muchos sitios a donde ir a parte de a casa de Bárbara, pero hoy no me apetecía verla más. Me hacía recordar la mierda de tarde que había pasado. Así que solo me quedaba un sitio al que acudir, la casa de Gavi.

Llamé a su puerta quince minutos después, y su sorpresa fue enorme cuando me vio al otro lado. Nunca solíamos avisar de si íbamos a casa del otro, pero dado que llevaba unos meses sin aparecer tanto como antes por allí siempre se extrañaba de que no estuviese en casa de Bárbara.

- Hey -dijo- ¿Qué haces aquí?
- ¿Puedo pasar?
- Claro tío, entra

Gavi se hizo a un lado para dejarme entrar. Pasamos a su sala y él fue a la cocina a por la que sabía que sería una cerveza y que efectivamente comprobé cuando llegó a mi lado y me la ofreció. Gavi no solía beber eso, pero nuestros amigos sí, así que en todas las casas había por si quedábamos. La cogí con una sonrisa y Gavi se sentó a mi lado esperando que yo abriese la boca y le explicase que hacía aquí a las diez de la noche.

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