Capítulo 22

3.3K 292 115
                                    

-NARRA PEDRI-
Me desperté por la mañana con el ruido de una alarma. Suspiré aún con los ojos cerrados, sintiendo un peso sobre mi brazo. Cuando miré que era lo que aplastaba mi bíceps, vi la cabeza de Aitana apoyada sobre mí. Mi otro brazo descansaba sobre su cintura mientras ella tenía la espalda pegada a mi pecho. Estiré la mano hacia atrás y apagué el maldito ruido que estaba estropeándome el momento. Hundí la cara en su pelo, oliendo la vainilla de su champú, a la vez que cerraba los ojos para seguir durmiendo. Me sentía demasiado bien como para siquiera pensar en moverme, solo quería seguir abrazándola.

Aitana se removió contra mi cuerpo, girándose hacia mi. Abrí los ojos y la observé mientras se apretujaba contra mi pecho. Era tan bonita.

La puta alarma volvió a sonar cinco minutos después, y esta vez Aitana sí que se despertó. Hizo un ruido de incomodidad y se giró hacia arriba mientras yo volví a apagar la alarma. Me giré de nuevo hacia ella, viendo como tenía los ojos cerrados.

- Buenos días -sonreí apoyándome en mi mano.
- Buenos días -abrió los ojos mirándome.
- ¿Estás bien?
- Sí -sonrió- muy bien.

¿Cómo podía estar tan guapa recién levantada? Y sin maquillaje, sin nada más que su cara de dormida y el pelo revuelto por toda la cama. Bárbara tardó dos meses en que me dejase verla sin maquillaje, y ni de broma le brillaba tanto la cara cuando se despertaba. Dios, todos tenían razón, soy la persona más ciega de este mundo. ¿Como había tardado tanto en darme cuenta de lo que había tenido delante de mí durante años?

- Tengo que ir a clase -suspiró- que pereza.
- Yo tengo que ir a entrenar -suspiré igual.
-Entonces deberíamos levantarnos ¿no?

Asentí, acercando la mano a su cara y quitándole el pelo hacia un lado. La miré embobado, observé sus labios gruesos, las pequeñas pecas de su nariz y mejillas, el rubor de sus mejillas. De repente su sonrisa desapareció y su cara se volvió seria. Tosió incómoda y se sentó en la cama, apartándose unos centímetros de mi.

- ¿Puedes irte a tu habitación?

¿Qué acababa de pasar?

- Eh... sí, claro.
- Gracias.

Me levanté de su cama y recogí mi ropa que había dejado en el suelo.

- ¿Nos vemos a la hora de comer? -pregunté.
- No lo sé, quizás como con las chicas.
- Ah... vale. ¿Seguro que estás bien?
- Sí.
- Vale.

Abrí la puerta de su habitación y me asomé para ver si Fer estaba en casa. Eran las 8 de la mañana, así que dudaba mucho que ya hubiese llegado. Salí corriendo por si las moscas hacia mi habitación y me encerré. Me metí en la ducha y me relajé bajo el agua.

No podía seguir con Bárbara. Había tardado mucho en llegar a esa conclusión, pero ahora lo tenía muy claro. Quizás no entendía muy bien qué había entre Aitana y yo, qué es exactamente lo que sentía por ella. Pero aparte de eso, Bárbara ya no significaba nada para mi. Ni siquiera podía verla guapa ahora que tenía a Aitana delante. Quería seguir como estaba con Aitana sin sentirme culpable y sin que ella se sintiese culpable. Puede que me estuviese equivocando y esto no acabase bien, pero necesitaba probarlo antes que alejarme de ella.

Bajé a la cocina cuando estuve listo, viendo a Aitana tomarse su colacao sobre la mesa. Me acerqué a ella por detrás y le di un beso en la mejilla, viendo como sonreía levemente.

- Me voy ya -dijo cogiendo su móvil y la mochila que tenía en el suelo.
- ¿Me avisas si vienes a comer?
- Pedri -suspiró.

La miré esperando que siguiese hablando.

- Sé que nos acostamos y demás, pero no te comportes como mi novio.
- No es... solo te pregunto si vienes a comer.
- Ya, y también te duermes en mi cama.
- Lo siento.
- Ya, yo también.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 26 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

You belong with meWhere stories live. Discover now