Taming the lynx [Omegacember 2023].

3. Aroma.

Hi~ Ayer wattpad andaba un poco mañoso cuando publiqué el capítulo así que espero ya se haya normalizado, pero sí, el capítulo de hoy igual se me hace muy lindo, doméstico, algo para calentar el corazón antes de que metamos más drama, pueden sentarse a ser felices.

Mil gracias por el tremendo cariño, de verdad.

Ash es reticente con sus cosas, si bien, sabe que vive en un basurero en Downtown bajo la excusa de que el Centro es un lugar demasiado bueno como para perderlo de vista, es toda la renta que siquiera podría soñar en pagar, no tiene un trabajo estable, lo rodean antecedentes criminales, es todavía un adolescente (en teoría) y todos los ahorros que ganó siendo prostituto los gastó en armas para poder saquear el Club Cod, es decir, está jodido y no tiene lujos de los cuales jactarse.

Y aun así, valora más que nada lo poco que tiene, sea desde su colección de libros de tapa dura tanto de Salinger como de Hemingway, sus converse que ya tienen hasta agujeros en las suelas, su teléfono con los números de las pandillas, las gafas que Shorter le dio o la única fotografía que salvó de Griffin.

Son pocas las cosas que ama pero mata a cualquiera que se atreva a tocarlas, son registros de la vida que tuvo más allá de las pandillas o los asesinatos y no permite que absolutamente nadie las cambie.

Entonces ¿por qué?

Ash no entiende cómo es posible que ahora su apartamento se mire... ni siquiera sabe cómo describir semejante crimen de odio, más, un pajarraco de mejillas obesas, patas chuecas, panza abultada, alas asimétricas con el título de «Nori Nori» de repente ha invadido su hogar, no es solo eso, sino que su refrigerador de pronto apesta, hay cosas otakus tiradas por doquier, prendas de vejete, implementos de fotografía y esa no es la peor parte, hasta ahí es pasable.

¿Entonces qué es lo peor? ¿Qué es lo inaceptable?

—¿Qué estás haciendo? —Es que Eiji se ha empezado a restregar literalmente por toda la casa como si fuera un conejo territorial, vaya que le queda el animal, banana fish actúa perfecto en ese sentido.

—No sé. —Está de espaldas en el sofá frotándose, su cabello esponjado y oscuro como la tinta fresca se encuentra revuelto en mechones que van hacia todas las direcciones y a él le recuerdan a una ola a punto de romperse—. De repente me dieron ganas de hacer esto.

—Estás marcando tu territorio. —Ash acomoda sus brazos sobre el soporte del sillón viéndolo desde arriba—. Qué maduro.

—¡No estoy haciendo eso!

—¿En serio? —Ash agarra un cojín—. Porque esto apesta a ti. —Y lo olfatea con descaro provocando que las mejillas del omega enrojezcan con violencia, es divertido molestarlo, realmente lo es.

—¡Dijiste que me tomaría tiempo adaptarme! ¡Me estoy adaptando!

—¿Ya llenaste el refrigerador de zanahorias? —El violento le avienta un cojín justo encima de la cara porque carece de sentido del humor—. ¡Hey!