22

10 2 0
                                    

Mientras tanto, en la hacienda Stone, la tensión entre Ariel y Logan aumentaba.

La revelación de la llegada de Annabelle, la mujer que creían muerta, provocó una tormenta de emociones en ambos.

Logan, dividido entre su pasado y su presente con Ariel, se enfrentaba a una encrucijada.

Lo único que tenía claro es que no quería dejarla marchar.

—Ariel, necesito que entiendas... —comenzó a decir Logan, pero ella lo interrumpió.

—No tienes que explicarme nada, Logan. Tu pasado es tuyo, y yo no tengo derecho a juzgarte por eso. Pero sí tengo derecho a decidir si quiero estar en medio de este caos —respondió Ariel, su voz firme.

Logan la miró con tristeza.

—Annabelle está aquí, y necesito enfrentar eso. Pero eso no cambia lo que siento por ti.

Ariel suspiró, luchando con sus propias emociones.

—No sé si puedo seguir adelante con esto, Logan. Tú y yo... es complicado.

Logan se acercó, buscando sus ojos.

Ariel sentía que no podía mirarle a los ojos, de hacerlo le diría todo aquello que su cobarde boca era incapaz de soltar.

—No quiero perderte, Ariel. Pero entiendo que necesitas tiempo para procesar todo esto.

Ariel asintió, agradeciendo su comprensión y sintiendo que algo que había creído muerto romperse de nuevo, su corazón.

—Creo que lo mejor será que te marches de la hacienda Stone—finalizó en un hilo de voz.

Él asintió, no quería complicarlo más.

No quería romperla más de lo que ya la sentía.

En el fondo a Ariel le habría gustado ver más resistencia, en lugar de interpretarlo como un gesto de amor, ella lo vio como un gesto de derrota.

Logan estaba conforme a su nueva realidad...

Iría con su mujer, la verdadera.

No una sucia como ella...

Entrecerró los ojos dolida.

Volvían a ella las noches eternas sin dormir.

Volvían a ella sus pesadillas con más fuerza.

(***)

ArielStone despertó en medio de la noche con un repentino escalofrío recorriendo su espalda. La oscuridad envolvía su habitación, y por un momento, su mente luchó por despejarse de los sueños intranquilos que la habían perturbado. Sin embargo, un sonido familiar y desgarrador cortó el silencio de la hacienda Stone.

La alarma en el corazón de Ariel resonaba con intensidad mientras se adentraba en la penumbra del pasillo. Los sollozos angustiados de Amber la guiaron hacia la puerta entreabierta, donde la escena se desenvolvía como un retorcido cuadro de pesadilla. Amber, frágil y temblorosa, se encontraba en la cama, rodeada por la oscuridad y la figura amenazante de Jerónimo.

La ira se encendió en los ojos de Ariel al presenciar la confrontación entre Jerónimo y su hermana. Sin vacilar, alzó la voz con una autoridad que solo la preocupación por Amber podía evocar.

Se incorporó rápidamente, sintiendo una extraña ansiedad en el aire.

La luz débil del pasillo iluminaba la escena dentro de la habitación, revelando a Amber, sentada en la cama, lágrimas rodando por sus mejillas. La mirada de Ariel se posó en el joven que estaba de pie frente a Amber, luchando contra Jerónimo, un visitante inesperado que había irrumpido en la hacienda.

La piel no olvidaWhere stories live. Discover now