Capitulo 1

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Daba tantas vueltas como podía, está segura que si su madre o alguien la viera ya hubiera recibido un buen regaño por ello, su largo vestido hace un ligero sonido mientras se arrastra por el piso. 

Lleva cerca de 12 horas en esa habitación, Leopold la castigó por un simple tontería, había olvidado llamarlo “Mi rey” durante el desayuno delante de los sirvientes. 

Sabía que todo sería mucho más fácil con un poco de magia, pero las únicas personas que conocía con magia eran Cora y Rumplestiltskin. No podía pedirle ayuda a ninguno de los dos, su madre le había metido en ello y ese diablillo, él solo hacía las cosas a su beneficio. 

No sabe bien de donde saco ese libro, pero el nombre de Maléfica, le hace saber que tal vez tiene una nueva posibilidad se que alguien le enseñe magia. 

Todavía tenía que esperar hasta que anocheciera y poder tal vez irse con Rocinante a esa Fortaleza Prohibida. 

Unos golpes en la puerta llaman su atención, unos segundos después ve a Snow entrar. 

– Regina, padre dijo que te sentías mal, ¿Estás bien? 

– Es como dijo tu padre, estoy algo indispuesta querida. 

– ¿Entonces no podrás ayudarme a estudiar latín? 

– Claro que puedo, busca tus cosas y tráelas querida. 

La vio salir de su habitación y supo que sería una tarde larga, Snow realmente no era muy buena para estudiar latín, pero como buena madrastra tenía que estar pendiente de ella. 

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Y como lo había previsto fue una tarde larga, para la hora de la cena, Leopold tampoco la dejo salir, pero envió a una de sus doncellas para que le llevara un poco de comida, no mucha realmente, él quería una esposa delgada, con un perfecto cuerpo de reloj de arena. 

Siempre que podía presumía de ella ante las demás personas, y como no hacerlo, una niña de 16 años casada con él, quien le triplicaba la edad. Por suerte para ella Leopold tenía la costumbre de dormirse temprano, así que en cuanto pudo se escabullo por los pasillos y salió del castillo. 

Subió a su precioso Rocinante,  su caballo es realmente su fiel compañero, agradecía que por lo menos dejaron que lo conservará, ese corcel había sido un regalo de su abuelo el Rey Xavier cuando cumplió 4 años. 

Llego al bosque de la Fortaleza Prohibida después de casi dos horas, siguió cabalgando entre las cenizas de lo que quedaba de ese lugar, en algún momento había escuchado sobre la afrodisíaca historia y logro confirmarlo todo cuando vio aquel árbol que aún seguía ardiendo a pesar de todos los años que habían pasado. 

– ¿Maléfica? –se adentro en la Fortaleza, una sala inmensa la recibió, junto con un olor a ¿humedad?, el ambiente se sentía tenso y oscuro. 

Había demasiadas cosas en el suelo, almohadones, sábanas, ropa y demás, sumándole al polvo que se iba acumulando. 

– ¿Qué quieres? –La voz que suena es dura e impaciente. 

– Yo… –siente como su voz vacila, así que se toma unos segundos antes de seguir hablando–. Estudio magia… bueno, lo intento y… ¿quería saber si podrías enseñarme?

– Bien, enséñame que es lo que puepdes hacer, enseña esa chimenea –señala la gran chimenea frente a ellas, Regina ni siquiera la había notado hasta que Maléfica se la señaló. 

– Amm… todavía no se hacer eso, esperaba que pudiera ayudarme con ello. 

Espera escuchar que esa mujer la rechazara, que simplemente le lanzará algún objeto a la cabeza y la obligada a irse. Pero en cambio ve surgir desde la oscuridad a esta mujer. 

Alta, esbelta, su pelo rubio caía algo desordenado sobre su cara. Sus pasos eran p p mientras avanzaba hacia ella, aunque Regina pudo notar el cansancio en la otra mujer, unos círculos oscuros, entre un tono de violeta o negro se marcaba debajo de sus ojos y el poco maquillaje que llevaba destacaba sus rasgos, aunque al estar corrido le daba un aspecto “salvaje”. 

Maléfica se sentó en uno de los sillones y le indica a la morena que se siente frente a ella. La rubia se sorprende un poco al ver a la niña frente a ella, esta segura que no pasa de los 18 años, pero aunque su cara puede considerarse como angelical, sabe que hay algo lastimandola muy en lo profundo. 

– ¿Qué pasa querida?, ¿no soy lo que esperabas? –Regina niega mientras avanza, quedando más cerca de esa mujer tan cautivante. 

– ¿Qué tienes?, te ves… ¿cansada? 

– Oh… solo es una Briar Rose –ve a la mujer pinchar uno de sus dedos con una aguja bastante larga, puede notar como casi cada centímetro de Maléfica se relaja. 

– ¿Aquella que pusiste bajo la maldición de sueño? 

– Hasta que Stephan destruyó todo con un beso de amor verdadero. 

Las dos se quedan calladas durante unos cuantos minutos, en si Regina siente la mirada de Maléfica recorrer cada centímetro de ella, centrándose especialmente en ese pequeña cicatriz sobre su labio. 

– ¿Cuántos años tienes,  niña? 

– ¿Qué? –no logro entender a qué iba la pregunta. 

– Edad, es simple. ¿Cuál es tu edad? 

– Dieciséis –la mujer rubia asiente algunas veces mientras juega con la aguja entre sus dedos, antes de pincharse una vez más–. ¿que es eso? 

– Tranquila, nunca lo leerás en ningún libro de magia,  es de mi creación, mi propia maldición con algunas modificaciones, te mantiene en el limbo. 

Y Regina lo entiende, Maléfica fracasó de alguna manera y se rindió, eligió relegarse dentro de su inmenso castillo, mientras aquellos a los que un día considero enemigos, viven felices. 

– Sabes, lei sobre ti y esa Maléfica,  jamás se rendiría –sabe que sus palabras son duras y que tal vez luego de esto, ahora si Maléfica le exija que se vaya–. Deberías recordar quien eres. 

Bastan esas palabras para que la mujer enfurezca, se pone de pie y avanza hasta la menor, la mirada impregnada en odio le hace saber que si ella realmente lo quisiera la destruiría en segundos..

Regina retrocede un paso evitando el toque de Maléfica en ella y tiene una sensación burbujeante en cada centímetro de su cuerpo. 

– Esa Maléfica, era la mujer más despiadada que podía existir, se convertía en un dragón y podía comerse tu carne de un solo bocado, niña. Sal de aquí ahora. 

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Esta alejándose con Rocinante, los dos van a un paso bastante lento, no ansia regresar al castillo, pero sabe que no tiene escapatoria alguna, su única esperanza acaba de echarla. 

– No se si algún día podremos escapar Rocinante, pero prometo no dejarte nunca. 

El regreso le toma cerca de 4 horas, se toma todo el tiempo que puede, deja a su corcel en los establos y después de darle un poco de comida, vuelve a escabullirse hasta su habitación. Se cambia de ropa y en cuanto su cabeza toca la almohada se queda profundamente dormida. 

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N/A: Y aquí el primer capitulo de esta nueva historia. Disfrútenlo.

Mi enorme dragón..Место, где живут истории. Откройте их для себя