Capítulo 4

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Paso cerca de una hora hasta que logró ver signos de querer despertar en Regina, durante todo el rato había permanecido pendiente de ella, Maléfica no sabía como reaccionaria a tanto desgaste por la magia, así que intento permanecer junto a ella hasta que por lo menos abriera los ojos. 

– Hmm. 

– Regina –se acercó más a ella y la ayudo a sentarse cuando por fin reacciono. 

– ¿Qué pasó? 

– Bueno querida tu magia se descontrolo un poco. 

– No recuerdo mucho. 

– No te preocupes por eso –se sentó junto a ella–. Gracias Regina. 

La morena iba a preguntar porque le agradecía cuando logró recordar haberla visto convertirse en dragón, sonrió al saber que había logrado recuperar su chispa. 

– Estoy en deuda contigo, dime como puedo compensartelo. 

– ¿Puedes enseñarme magia? 

– Claro. 

– Entonces… ¿Puedo seguir viniendo? 

– Nada te lo impidió hasta ahora –la morena la miro un poco ofendida por la observación, aunque acepto que Maléfica tenía razón en lo que decía–. tranquila pequeña, siempre seras recibida en mi casa, tienes las puertas abiertas siempre que lo necesites. 

– Gracias.

– Ven conmigo. 

Regina siguió a la mujer rubia por ese inmenso castillo, no sabía a dónde la estaba llevando pero decidió usar esa incertidumbre para observar detalladamente todo cuanto podía. 

Luego de un rato se detuvieron frente a una puerta, Maléfica la miró una última vez antes de empujar ambas hojas dejando ver esa gran biblioteca, la morena avanzó mientras sonreía. 

Esa bibliotecas es bastante parecida a la que tiene Leopold en su castillo, pero sabe muy bien que no necesita abrir cada libro para saber que son completamente distintas, la del castillo está llena de historias de héroes, algo de historia y más cosas así y esta de aquí puede jurar que debe tener mucho más por contar. 

– Quiero que leas esto –Maléfica se acerca a ella con un libro–. está en latin, ¿sabes leerlo? 

– Sé. 

– Perfecto, vamos, luego podrás volver. 

Salieron de la Fortaleza Prohibida y cuando llegaron a la entrada Maléfica sonrió al ver al caballo de Regina acercarse a ellas. 

– Créeme tu hermoso corcel es sumamente fiel a ti. 

– Lo sé. 

– ¿Cómo lo obtuviste? 

– Fue un regalo de mi abuelo, el Rey Xavier. 

– Lo conocí, un buen hombre. 

– ¿También conociste a mi madre? 

– Supe sobre ella, pero nunca tuve el privilegio –la morena se limitó a asentir antes de subir rápidamente a Rocinante–. ve con cuidado pequeña. 

Regina sonrió ante el apodo y empezó a cabalgar. Siempre que lo hacía se sentía medianamente libre, 

Siempre fue algo que amo hacer, sentir tan viva, amaba como el viento golpeaba en ella cuando lo hacía correr. Su fiel Rocinante llevaba varios premios ya ganados en las competencias y ella seguiría entrenandolo mientras pudiera. 

Mi enorme dragón..Where stories live. Discover now