Capítulo 8

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Poco después volvieron al castillo, Maléfica le había explicado a Regina que debían hacerlo antes del amanecer, el hechizo duraría hasta ese momento y no quería que las descubrieran, así que después de convertirse de nuevo en el dragón emprendieron viaje. 

Igual que la primera vez la menor disfruto la sensación de estar volando, sabía que la otra mujer nunca la iba a dejar caer, así que se tomó su tiempo para observar todo el bosque encantado y lo pequeño que se veía todo desde las alturas. 

En cuanto llegaron al castillo blanco Maléfica se agacho dejando que Regina bajase y volvió a su forma humana. 

– Volveré en unos días, hasta mientras quiero que practiques tu magia cuando puedas, pero recuerda no ponerte en riesgo. 

– Esta bien. 

– Nos vemos pequeña –se acercó y dejo un beso en su mejilla. 

– ¿Puedo pedirte algo? 

– Dime. 

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El día de la boda de Aurora y Phillip había llegado, los tres partirían del castillo blanco en la tarde y se quedarían con Briar Rose y Stephan durante algunos días en su castillo, pero Regina no haría eso, sentía que si asistía estaba traicionando la confianza de Maléfica y ella era la única persona que jamás le había hecho daño. 

– Disculpa mi Rey, pero no creo que pueda acompañarlos, siento que estoy empezando a enfermarme y no me gustaría contagiarlos. 

– Enfermando dices, creo que sería bueno entonces buscar un médico, tal vez se venga un nuevo heredero. 

Regina se quedó completamente callada ante esa mención, claro que no se vendría ningún heredero, apenas llego al castillo con Maléfica le había pedido que le hiciera un prueba de embarazo, cuando se aseguraron que no habría un bebé, la rubia le había dado una pequeña poción para evitar un embarazo. 

– Puede ser. 

– Bien, me voy a encargar de buscar un médico para ti. 

– Gracias mi Rey, si me disculpa me iré a mis aposentos. 

– Claro ve. 

Se retiro con una ligera reverencia y caminó hasta su habitación, realmente no se estaba sintiendo mal, pero quería evitar a toda costa pasar tiempo con Leopold y Snow, sabía que ellos aprovecharian para quedarse una semana con Briar Rose y Stephan luego de la boda. 

Se sentó en la punta de la cama mirando al librero que tenía a un lado, practicarla un poco de magia como la rubia le había recomendado, recordó sus palabras, usaría el peso de uno de los libros que Maléfica le había dado, la textura y se concentró en ello. 

Pudo ver como el libro empezaba a levitar cuando escucho unos golpes en la puerta haciendo que este cayera al piso con un golpe fuerte. 

– ¿Quien? –la puerta se abrió dejando entrar a Snow–. ¿Snow, pasa algo querida? 

– Mi padre dijo que te sientes mal y que tal vez yo tenga un hermano, ¿eso es cierto? 

– Me siento un poco mal querida, pero dudo mucho que haya un bebé pronto. 

– ¿Por qué?, ¿no quieres tener un hijo con mi padre? 

– No es tan fácil querida. 

– ¿Tú quieres ser madre? 

– Me gustaría si, pero no en este momento.

– ¿Entonces no tendrás un hijo con mi padre? 

– Lamento decirte que no querida –Snow bajo la vista un poco desilusionada, le gustaba la idea de tener un hermano. 

Mientras que Regina sabía que Snow no era consciente de que ella prácticamente era una niña, solo habían cinco años de diferencia entre ellas, por todos los dioses tenía la edad perfecta para ser su hija. 

Poco después Snow tuvo que irse a una de sus clases por lo que Regina se quedó de nuevo sola, hizo levitar de nuevo el libro. Sentía que por fin estaba progresando en su magia, aunque algunas veces le costará un poco. 

Casi dos horas después el médico llegó para revisarla, mintió un poco con acerca de sus síntomas para asegurarse que el doctor le diera algunos días de descanso. 

– Su majestad con los síntomas que describió queda claro que tiene un virus estomacal, tendrá una semana de descanso, deberá tomar te de hierbas para controlar y calmar los síntomas. 

– Gracias doctor. 

Cuando el doctor salió Leopold lo esperaba en la puerta para hablar. 

– ¿Entonces… habrá un heredero? 

– Lo siento su majestad, solamente se trata de un virus estomacal. 

– ¿Podra acompañarnos a la boda? 

– No, debera guardar reposo una semana. 

– Esta bien. 

Poco después el medico salió del castillo, Leopold se tomó un momento antes de golpear la puerta de Regina, no espero a que contestara simplemente entró, su esposa estaba en la cama. 

– Mi Reina, el medico dijo que tienes un virus estomacal. 

– Así es. 

– No podrás acompañarnos a la boda de Aurora y Phillip. 

– Lo siento mi Rey, me hubiera gustado acompañarlos. 

– Lo único que te voy a decir es que espero que te comportes mientras no esté, mis guardias y soldados estarán pendientes de ti. 

– Lo haré mi Rey. 

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Cuando llego la noche Regina bajo hacia la cocina para hablar con Eugenia, necesitaba pedirle ayuda para salir del castillo, la mujer acepto y le pasó la capa roja de su nieta.  

– Muchas gracias por ayudarme Eugenia. 

– Siempre que pueda niña. 

Se colocó la capa y salió por la puerta de servicios hacia los establos, aprovecharía para ir a la Fortaleza Prohibida, quería estar un poco con Maléfica. 

Entro en el castillo y caminó hasta la sala, sabía que Maléfica estaba ahí por la chimenea encendida. 

– ¿Cómo llegaste hasta aquí? 

– Leopold y Snow salieron de viaje, ¿te molesta que este aquí? 

– Claro que no, te dije que podrías venir siempre que quieras. 

– Gracias –se acerco a donde estaba la rubia quien sonrió al verla, la capa que tenia puesta estaba ligeramente cubierta por la nieve. 

– Ven pequeña, necesitas calentarte un poco –se acercó y le quito los restos de nieve. 

– Gracias por todo esto. 

– ¿Quieres algo de vino? 

– Legalmente no puedo. 

– Tampoco deberías estar casada. 

– Tienes un punto. 

Se sentó junto a ella y las dos disfrutaron un rato de la calidez del fuego frente a ellas, Regina se sentía por primera vez comprendida y cuidada, mientras que Maléfica estába sintiendo esa chispa de amor que creía perdida hace tiempo. 

Mi enorme dragón..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora