Capítulo 3

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Maléfica decidió no echarla, tal vez podría darle una mano a esa niña, recordaba ver el poder de Regina desde el día en que la presentaron a la sociedad, quería ver que tan lejos podría llegar. 

– ¿Puedo saber cuál es tu plan? 

– Recuperar tu fuego –y Maléfica quiso reírse de ella pero a la vez se aferró tanto como pudo a la idea de esa niña, tal vez su testarudez y tenacidad sirvieran de algo para ella. 

Así que casi que a ciegas la siguió, salieron del castillo y empezaron a caminar por el bosque en silencio, Maléfica sonrió al ver al corcel de la menor, un muy buen ejemplar de sangre pura. 

En el camino además pudo ver toda esa destrucción que algún día ella creo, solía ser capaz de hacer eso y mucho más. 

En cuanto llegaron al destino las dos se quedaron paradas observando ese árbol que lleva tantas años ardiendo. 

– ¿Qué hacemos aquí? 

– Bueno, creo que si aquí fue donde perdiste tu fuego también podrías recuperarlo. Ahí está tu chispa –la sonrisa en la cara de Regina le da un poco de confianza. 

Maléfica no entendía porque estaba haciendo esto para entretener a esa niña, pero seguía aferrándose a esa idea de tal vez recuperar su chispa. 

Por todas las hechiceras, extrañaba tanto extender sus alas y volar, la forma en la que temblaba el piso a cada paso que daba y el miedo en la cara de la gente al ver su forma de dragón. 

Golpeó con fuerza su cetro contra el piso mientras inspiraba sintiendo como el el fuego ingresaba dentro de ella, acariciando cada rincón de su cuerpo y haciéndola sentir completa de nuevo.

Regina la miró bastante asombrada creyendo como si el fuego lastimara a la rubia, pero no daba ninguna señal de estar sufriendo, más bien se veía aliviaba. Pero tuvo que correr a su lado cuando vio que casi se cayó, si no fuera por su cetro que la sostuvo. 

– ¿Estás bien?

– Es solo… –se queda callada de repente porque ni ella sabe explicarlo. Pero antes de siquiera poder pensar alguna palabra coherente ve detrás de Regina a ese tipo. 

Stephan seguido de un grupo de hombres se acerca a donde están. Vienen tras ella y ni siquiera sabe si funcionó el plan de esa niña, además de que ahora las dos están prácticamente desprotegidas. 

Reza a los astros para que la magia de Regina vuelva a perder el control y por ahí les de un escape, pero la niña permanece quieta unos segundos, golpea con fuerza el cetro haciendo que todo tiemble y siente como un humo ligeramente gris la envuelve. 

Regina se queda perdida viendo como el humo se disipa frente a ella, no hay dragón, solo Maléfica en su forma humana, escucha algo lejanas las burlas de Stephan que son seguidas por esos hombres. 

Y pronto las dos tienen unas sogas atadas a sus manos y son tiradas por los soldados mientras caminan una al lado de la otra en completo silencio. 

Ambas están molestas, Maléfica molesta con ella misma, nunca debió confiar en esa niña y quedarse tranquila en su Fortaleza donde está segura que nunca la hubieran agarrado. 

Y bueno Regina había llegado en búsqueda de ayuda, no para terminar siendo una presa a que terminaran por ejecutar, claro que podía jugar la carta de la realeza y evitar que eso pase con ella, pero no está dispuesta a dejar a Maléfica. 

– Maléfica –su voz sale en un susurro pero llega hacia la rubia. 

– ¿Qué? 

– Podemos escapar, solo necesito que me ayudes. 

– ¿Por qué haría eso? 

– Porque ninguna de las dos quiere ser ejecutada, solo  necesito que me digas como controlarlo. 

– Tu eres la razón por la que seremos ejecutadas. 

– Por favor solo hay que luchar, no pienso dejarte. 

– ¿Dejarme? 

– Soy una Reina, no me mataran si se los digo, tal vez rompan tratados pero solo eso, en cambio tu… –puede escuchar el suspiro de frustración de la otra mujer porque sabe que tiene razón en lo que está diciendo. 

– Cierra los ojos –la morena se apresuró a seguir las instrucciones– ahora usa tu dolor, ese hombre al que amabas, como te sentiste cuando te casaste con él Rey, quien te hizo esa cicatriz  –sentía la voz de Maléfica envolviendola–. abraza tu magia, sientela en la punta de tus dedos y déjala libre. 

La rubia sonríe cuando ve las llamas en las manos de Regina y como se corta rápidamente la soga, la ve sacar una pequeña navaja de su bota que usa para cortar la soga que la ata a ella. 

Ninguna de las dos nota que los soldados habían frenado el paso y estaban observandolas. 

– ¡Matenlas! –el grito resuena con fuerza, así que sin siquiera pensarlo mucho más Maléfica golpeó nuevamente el cetro, esta vez el humo gris es mayor, envolviendola por completo. 

Regina la observa completamente quieta, la rubia… bueno el dragón extiende sus alas y se eleva varios metros con un fuerte rugido, solo basto eso para que los soldados iniciarán su retirada, solo Stephan permanecía en el lugar, sacó su espada y fue contra Regina. 

El dragón observó todo desde las alturas, empezó a descender en picada, solo tal vez empujaria a Regina lejos, pero no fue necesario, la morena alzó ambas manos creando una especie de escudo que envió lejos a Stephan y pronto ella también cayó, sin energías. 

Maléfica terminó su descenso y volvió a su forma humana, dio un golpe con fuerza con su cetro creando un escudo que las protegía de todo antes de correr a la niña. 

– Regina –la movió lentamente pero no había respuesta, ella sabía que esto podía pasar cuando usas tanta magia sin poder controlarla. Como puede la tomó en sus brazos, por suerte no estaban muy lejos de la Fortaleza y el escudo las ayudaría. 

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Camino a un paso más lento llevando a Regina en sus brazos, realmente la niña no pesaba mucho, pero tenía miedo de tropezar y que ambas se lastimaran, así que fue a paso lento pero decidido. En la puerta de su Fortaleza vio nuevamente al fiel corcel de la que ahora podía considerar una buena amiga. 

El caballo la miró y dejó salir un ruido fuerte al notar a su dueña inconsciente, Maléfica supo que podía llegar a atacar así que solo se decidió por hablarle. 

– No la lastime, es su magia… estará bien, lo prometo –el caballo avanzó hasta ellas y olfatea rápidamente a la morena para luego retirarse con una especie de reverencia, estaba confiando en Maléfica y en que su dueña estaría bien. 

La mujer mayor camino hasta su habitación y dejo a la morena sobre la cama, Regina se quejo levemente por lo que lo único que se le ocurrió a Maléfica fue prender la chimenea, ella no necesita del fuego para estar abrigada, su parte dragón lograba mantenerla caliente siempre, pero esa niña seguía siendo humana, una humana con gran potencial para la magia, pero humana de todas formas. 

Mi enorme dragón..Where stories live. Discover now