Capítulo 11

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Maléfica sonrió cuando se aseguro de que todos habían caído dormidos, se acercó a la menor y dejo un beso en su mejilla. 

– Feliz cumpleaños pequeña niña. 

– Gracias por esto Mal. 

– ¿Lista para irnos? 

– Claro. 

– Pero antes, un pequeño cambio de ropa. No es que no me guste tu vestido pero deberías usar algo más cómodo. 

– Tienes razón, ¿me ayudas? –movió sus manos cambiando la ropa de Regina, un pantalón de cuero ajustado, botas altas con una camisa blanca y un corset

– Mucho mejor.

– Gracias  –tomó su forma de dragón y le indicó a la menor que subiera a su lomo. 

Regina siempre disfrutaba sus viajes con Mal, nunca preguntaba a donde irían, solo dejaba que su amiga la guiara a donde quisiera, confiaba plenamente en ella. Sonrió al ver que estaban llegando al páramo, el dragón descendió y después de que ella bajo volvió a su forma humana. 

– Tengo un regalo para ti Gina –tomó una pequeña caja de madera y se la paso. 

– ¿Qué es esto? 

– Ábrelo –Regina abrió la cajita observando el anillo con la piedra celeste. 

– Es hermoso. 

– La piedra se llama aguamarina, representa la valentía. 

– ¿Valentía? 

– Créelo o no, eres valiente pequeña. 

– Gracias –se acercó a ella para abrazarla–. y gracias por traerme aquí, me encanta este lugar. 

– Lo sé, sabes perfeccione un poco el hechizo para que todos durmieran. 

– A menos que sean 24 horas… Leopold planeo una fiesta que durará 24 horas. 

– Bueno… 

– ¿En serio lo hiciste? 

– Lo hice. 

– Por todos los dioses, muchas gracias –volvió a abrazarla, antes de separarse de ella dejo un pequeño beso en su mejilla. 

– Eres una pequeña flor de invierno. 

Hablaron durante un largo rato, las dos estaban recostada en el pasto mirando las estrellas. Regina había nombrado algunas constelaciones, sabía sobre ellas porque fue una de las pocas cosas que si le intereso de los libros del castillo, además había descubierto que observando las estrellas se sentía un poco más libre que entre esas paredes.

– ¿Conoces las constelaciones? –la rubia giró la cabeza para observar a su amiga, el pelo de Regina tapaba un parte de su cara, pero lo poco que podía vislumbrar desde su punto hacia que Maléfica se perdiera aún más.

– Algunas si, me gusta observarlas, calma mi mente. 

– ¿Han sido días duros en el castillo? 

– Siempre son días duros ahí –Regina se sentó a un lado de Maléfica y ella la observó unos segundos–. realmente aprecio que hayas aparecido en mi vida. 

– Siendo sinceras tu interrumpiste en mi vida para mejorarla. 

Imita a Regina y se incorporo sentándose, tomó una de sus manos entre las suyas y observó el anillo que le había regalado a su amiga. 

Mi enorme dragón..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora