Capítulo 10

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Había pasado poco más de un mes, Maléfica y Regina habían progresado mucho con la magia. Lograba hacer los primeros hechizos mucho más rápido que antes y poco a poco la mujer mayor iba enseñándole más cosas, además de la magia también  entrenaban con espadas y con el arco y flecha, de alguna forma Maléfica quería que su amiga estuviera preparada si llegaban a atacar el reino. 

Además de que también la ayudaba con su alimentación, había ganado unos pocos kilos y se veía más sana, aunque no los suficientes como para que Leopold la colocará en una dieta estricta de nuevo. 

El golpe en la puerta la despierta, antes de poder levantarse Snow entró corriendo hacia ella. 

– ¡Regina feliz cumpleaños! –se acercó más a la morena y la abrazo.

– Muchas gracias querida. 

Se sentó en la cama mientras cerraba los ojos, cuántas ganas tenía de estar con Maléfica ese día, era la única persona que la hacía sentir bien consigo misma, no necesitaba ningún tipo de máscara a su lado. 

Una vez que se cambió de ropa bajo al comedor, ahora no solo estaba Leopold y Snow esperándola, también estaba su padre, sonrió al verlo, no dejaban que estuviera cerca de él mucho tiempo, creían que le llenaría la cabeza de ideas, pero la verdad no era necesario, ella ya estaba llena de ideas y sueños que ellos iban aplastando día a día. 

– Mi Reina, feliz cumpleaños –Leopold se levantó de su lugar y antes de que pudiera pensarlo, la tenía de la cintura y sus labios estaban sobre los suyos. 

– Muchas gracias mi Rey –Henry imitó el gesto de Leopold y se levantó de su lugar, se acercó a su hija para abrazarla. 

– Feliz cumpleaños hija. 

– Gracias papi. 

Se sentó en su lugar y dieron comienzo al desayuno, odiaba tanto su vida como Reina, extrañaba ser solo una niña como Snow, inconsciente de las cosas que pasan a su alrededor, pero no podía. 

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Mientras tanto en cuanto amaneció Maléfica se había dirigido al páramo, durante su mes de prácticas le había sonsacado a Regina que el 1 de febrero era su cumpleaños número 17. 

Sabía que su pequeña amiga no la iba a pasar bien en el castillo junto a Leopold y Snow por lo que se le había ocurrido darle una alternativa de cumpleaños. No esperaba que ella se escapara pero si que anocheciera y juntas disfrutar. 

El último tiempo que habían estado juntas muchos sentimientos se despertaron en ellas, ambas tenían miedo de cómo avanzar, tenían miedo de destruir esa hermosa amistad que habían creado, pero la mayor no quería esperar más, si realmente podría haber algo entre ella quería vivirlo. 

Aunque al principio se negó y rehusó terminó pidiéndole ayuda a las criaturas del páramo para preparar el lugar, no era una persona que se la pasara celebrando y festejando, pero quería demostrarle a Regina que la vida no es tan mala como parece, las cosas habían cambiado desde su perspectiva en el momento en que esa pequeña niña tan fuerte y tenaz había aparecido en su vida. 

Había llegado consigo al páramo la corona de flores de Regina, tenía ese hechizo de conservación así que permanecía perfecta. 

– ¿Qué crees Diaval?, ¿le gustará su regalo? –hablaba con su cuervo mientras le mostraba el anillo con una piedra preciosa que habia elegido para Regina, sentia que la representaba. Sabía muy bien que aunque el cuervo no le contestara con palabras la entendía. 


Al otro lado del bosque encantado Regina permanecía en la biblioteca mientras afuera preparaban todo el castillo para el festejo, Leopold quería organizar un baile que durará varios días pero ella se había negado rotundamente, por lo que tuvo que acceder a 24 horas de festejo. 

Tenia en sus manos otro de los libros de Maléfica, este hablaba sobre las runas antiguos y un poco sobre el lenguaje de los elfos, no había entendido para que era, pero la rubia le explicó que los elfos eran los principales portadores de magia y quienes habían diseñado muchos hechizos que se seguían usando. Así que sin protestar un segundo más acepto aprender las runas. 

Un golpe en la puerta llamó su atención, escondió el libro entre los demás y cuando se abrió la puerta pudo ver a Eugenia. 

– Granny, ¿ocurre algo? 

– Me pidieron que te buscara para que empieces a vestirte niña. 

– Entiendo –se levantó de su lugar y se acercó a la entrada.

– Pero antes… –Estiró las manos hacia ella con un paquete–. Feliz cumpleaños niña Regina. 

– Oh… –sintió como sus ojos se llenaban de lagrimas–. muchas gracias. 

– Pruebatela quiero ver como te queda –Regina camino hasta el escritorio donde apoyo el paquete y lo abrió, dentro vio una hermosa capa negra con algunos tonos e  rojos. 

Es hermosa Granny –se la coloco sobre el vestido. 

– Te queda perfecta niña. 

– Muchas gracias. 

– No agradezcas, ahora vamos o nos vendrán a buscar –la morena solo asintió, se quito la capaz y ambas caminaron hasta la habitacion de Regina. 

Como única regla Regina había pedido que sea Eugenia quien la ayudara a vestise, la mujer mayor era la única consciente de cada golpes y cicatriz en su cuerpo. Sobre la cama había un gran vestido celeste pálido, bordado con muchas piedras y hecho a su medida. 

– Estarás hermosa niña. 

– Gracias –la mujer mayor noto la tristeza en sus ojos y en su voz.

– ¿Pasa algo? 

– No, es solo que yo no quiero nada de todo esto, tengo ganas de ser libre de nuevo, correr con Rocinante sin que me importe nada y que a nadie le importe tampoco. 

– Entiendo niña, pero lamentablemente debes seguir el protocolo. 

– Lo sé –camino hasta el baño para tomar una ducha, cuando salio Ganny la ayudó a vestirse, ajusto el corset perfectamente y caminaron hasta el gran espejo. 

– Diecisiete años mi niña –asintió algunas veces–. El rey ordenó que use su  regalo –agarro el collar y se lo puso. 

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Ya no soportaba un minuto más dentro de ese lugar, la gente bailaba divertida por todo el salón, mientras que Regina permanecía sentada en la gran mesa. 

Vio a Leopold sacar a bailar a Snow así que se levantó de su lugar, camino hasta el patio y se quedó observando su hermoso manzano. Por todos los dioses hasta un árbol había sido más compañero en su vida que su propia familia. 

Poco después su padre la siguió, se acerco a ella. 

– ¿Qué haces aquí afuera hija?, deberías ir adentro a tu fiesta. 

– Sabes que yo no quise nunca nada de esto padre, solo quiero ser libre una vez, quiero ser Regina. 

– Lo sé hija. 

– No sabes cuanto extraño ser libre, aunque la verdad nunca lo fui. 

Se quedó en silencio unos segundos y sonrió cuando vio a unos metros de ellos a Maléfica escondida, movió su cabeza en un leve asentimiento y la vio golpear su bastón contra el suelo. 

Mi enorme dragón..Where stories live. Discover now