Capítulo 2★

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DOS DE CUATRO

Cincinnati

Estoy acostado en mi cama cuando escucho el despertador a mi lado, miro el reloj en la mesa de noche y son las 10:00 a.m.

Es jueves por la mañana y pienso tomarme el día libre. Me levanto, y echo a andar hasta el baño. Me lavo los dientes y entro en la ducha.

Abro la llave y siento como el agua fría se resbala por todo mi cuerpo, percibo como mi pelo negro húmedo cae sobre mi frente, y una oleada de pensamientos retumban en mi mente.

¿Qué hice yo para tener que vivir así?

¿Por qué soy como soy? ¿De verdad esto es lo que merezco?

Me siento incomprendido...

Incomprendido en un mundo mediocre.

Termino de asearme y salgo del baño. Voy hacia donde se encuentra mi armario y saco una camiseta blanca y unos jeans holgados. En verdad, me impresiona mi forma de vestir, nadie que no me conozca diría o sería capaz de saber lo que hago tras esta cara.

Me pongo los zapatos y bajo hasta el garaje, listo para salir de casa. Como yo solo almuerzo a las 2:00 p.m. (porque si, sí tengo una hora específica para comer y si me paso de esa hora, mejor no como) acepto la idea de dar un paseo hasta que sea mi hora de almorzar. Ni siquiera sé porque lo hago, pero me gusta tener horarios...

Considero que todo en la vida tiene una hora y un espacio.

Una vez en la cochera, elijo uno de los autos y me monto en el, creo que prefiero el M3 que está estacionado a la izquierda, lo uso cuando quiero pasar desapercibido por la ciudad, justo como el día de hoy.

Son casi las once de la mañana y salgo del estacionamiento para ir a la fábrica donde estoy llevando a cabo la nueva colección de Carta. Carta es la marca de ropa que utilizo para lavar el dinero, además de mis otros trabajos, claro. Como hoy estoy libre solo pasaré a recoger unos cuadros que dejé guardados bajo llave en el almacén.

Los cuadros le pertenecían a mi padre. Él ya está muerto así que no creo que le importe mucho si los cuido o no. De todos modos, he decidido conservarlos hasta su debido momento.

Manejo hasta la factoría y aparco el vehículo. Cuando entro me encuentro a los empleados. Algunos están en las maquinarias y otros cortando telas. Al mismo tiempo veo a Lara y a Minila diseñando unos nuevos vestidos. Les pedí que trabajaran con el color blanco, y que no fueran de una sola pieza.

Me acerco a ellas y las saludo con tono afable.

-Hola chicas, ¿cómo van esos vestidos? -pregunto.

-Todo bien, ya casi acabamos -me responde Minila triunfante.

-Tenemos uno listo, pero el otro... Hmm, no sé, no me termina de convencer -agrega Lara dudosa.

-Ya veo. ¿Puedo ver el boceto?

-Claro jefe, aquí tiene -Minila toma la hoja que está sobre la mesa de trabajo para dármela.

Cuando veo el dibujo, asimilo bien las partes del vestido y entiendo perfectamente lo que comentó Lara hace unos instantes. El vestido está bien construido pero, le falta algo.

Y sé exactamente que es lo que le falta. Quizás no soy el mejor diseñador del mundo pero, de que tengo ojo, tengo ojo.

Con extremo cuidado les explico mi idea a las chicas, me pongo a trazar líneas sobre el diseño y plasmo en el papel lo que estoy pensando. Ellas escuchan atentas y observan con curiosidad. Cuando termino de bocetear ni siquiera tienen que decir con palabras que les parece, porque lo veo perfectamente en sus rostros.

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