Capítulo 14★

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UNA CHICA ¿Y QUÉ?

 La de Rojo (Martes a las 11:00 p.m.)

Después de pasar toda la tarde en casa de Nico hemos decidido salir a dar una vuelta.
Como yo no tengo auto y Laia chocó el de ella hace unos días...

Tuvimos que optar por usar el auto de Nico, a él no le gusta prestarlo mucho que digamos. Pero al final lo he convencido. Es un Nissan 350Z de color blanco.

Salimos los tres montados en el coche y Nico es el primero en conducir...

Nos lleva a una especie de gasolinera y entre todos reunimos el dinero para rellenar el tanque a tope. Seguido, hace una parada en un pequeño bar y compramos un par de cervezas de lata. Yo decido no beberla así que Laia se la toma por mi.

-¿Cómo vas a desperdiciarla de esa forma tía? serás loca.

-¿Me llamas loca por no beber? quizás la loca seas tú.- no puedo evitar reirme.

Luego de un rato, Nico rompe el silencio que hay entre nosotros -Bien, ya ha pasado una hora, es turno de Laia.- dice aparcando el auto y se dispone a salir.

-Te mostraré como se hace, quítate de mi camino, pequeño capullo.- afirma ella en cuanto se sienta adelante. Yo me quedo de brazos cruzados en el asiento del copiloto y me limito a observar.

Laia tiene una camiseta ajustada de cuello alto y unos vaqueros largos, trae puestas sus argollas doradas y un moño alto que la hace ver muy elegante.

Nico por otro lado tiene unos jeans y una sudadera de color azul oscuro, su cabello está bien peinado hacia atrás como le gusta llevarlo siempre.

-Hace calor aquí, ¿vosotros no lo sentís?- escucho decir a Laia mientras baja las ventanas del auto.

Supongo que no está borracha porque solo se ha bebido dos latas.

-No hace calor, estamos en pleno invierno, ya debe estar dándote la menopausia... de esa que le da a la gente que vive flipando
como tú- hace énfasis en esa palabra como si quisiera burlarse de Laia y continúa -Además ¿por qué le estás enseñando a un caracol a conducir? ¿no se supone que me ibas a mostrar a mi?- dice Nico soltando una carcajada y yo me río también.

Laia no responde pero percibo como pisa el acelerador con más fuerza y el auto se empieza a mover más rápido. Miro la pantalla detrás del volante y marca que vamos a 160 km/h, parece que Laia está molesta, pero al menos ya no vamos a paso de tortuga.

Cuando marcan las 1:02 a.m. se supone que ya es mi turno, pero no estoy segura de si Nico me dejará conducir su auto sin tener licencia.

Salgo de mis pensamientos cuando Laia estaciona el coche en frente de una especie de rancho donde venden bebidas. Intuyo que irá a comprar más cerveza.

-Vamos Pacha, conducelo tú, pero solo media hora.- sentencia Nico mirando en mi dirección.

Pacha es el nombre que tenía mi peluche favorito, era una osito de color amarillo pastel. Mi madre le contó la historia a Nico y desde entonces no ha dejado de llamarme así.

De repente viene a mi mente el momento en el que me lo obsequiaron.

Tenía cinco años y toda la familia había venido a visitarnos para celebrar.

-¿Estás seguro?- pregunto extrañada.

-Sí, tampoco es que vayas a llegar a Japón conduciendo.- dice esbozando una sonrisa.

Abro la puerta y me desmonto del auto para cambiar de lugar, sé que podría hacerlo desde adentro pero de todas formas decido bajarme y dar la vuelta.

Cuando Laia entra y se sienta adelante la verdad es que prefiero que Nico esté a mi lado, me siento mucho más segura con Nico al frente, pero no digo nada.

Vacilo un segundo pero termino encendiendo el motor, Nico observa desde atrás cauteloso, siento su mirada sobre mis hombros y coloco mi pie sobre el acelerador. Conforme lo voy presionando el coche avanza más rápido y me siento diferente... me siento libre.

-Espero que te gusten las vueltas.- le digo a Nico mirando por el espejo retrovisor.

Nico es mi amigo y todo pero tampoco le sabe mucho al volante que digamos.

-¿De qué estás hablando?- pregunta sin entender mucho lo que acabo de decir.

Bajo la velocidad del coche y cuando la pantalla muestra 30 km/h giro el volante hacia la izquierda y piso el freno.

El auto empieza a dar vueltas en el lugar mientras mantengo el auto estable.

-¡Estás drifteando!- expresa Nico asombrado y yo esbozo una sonrisa.- Debo admitir que esperaba todo menos eso.

-De puta madre ¿cómo coños haces eso? - escucho decir a Laia a mi lado derecho.

Detengo el drift un momento y conduzco por la carretera con tranquilidad, manejar me produce paz, ni siquiera sé como explicarlo, es simplemente una sensación de calma, donde solo está el auto, la carretera y yo. Aunque haya personas cerca, es un momento mio, así que me tomo la libertad de apreciarlo y disfrutarlo como si fuera la última vez, es lo que siempre hago cada vez que drifteo, observo todo en cámara lenta y memorizo cada detalle posible para guardarlo en mis recuerdos.

Cuando nos encontramos de nuevo en un lugar cómodo, desacelero para hacer lo mismo. Doy un volantazo hacia la izquierda y coloco mi pie derecho sobre el freno.

En el momento en el que el auto empieza a dar vueltas, me siento redimida. Como si hubiese estado mucho tiempo dentro de una habitación sin puerta y por fin pude excavar una salida.

No recuerdo la última vez que me sentí así. Pero no me caben dudas de que era algo que necesitaba... algo diferente después de tanto tiempo.

Un sonido interrumpe de forma brusca mis pensamientos, y noto que se trata de nada menos que de la sirena de los policías que se encuentran detrás de mi.

Genial, justo ahora tenían que aparecer, justo cuando estoy haciendo drift.

¡Que inoportunos!

-¡Mierda! es la policía. Nos van a arrestar- oigo a Laia quejarse - ¡Joder! Justo acababa de retocarme las uñas, no quiero estar en la cárcel tía.

-Ya cállate Laia, no seas estúpida y deja de lloriquear, ¿no ves que intenta concentrarse?- responde Nico.

No lo pienso dos veces y piso el acelerador hasta el fondo, rebaso un auto por la izquierda y luego otro más por el carril de la derecha, cuando miro la pantalla detrás del volante caigo en cuenta de que voy muy rápido, 180 km/h.

Sigo conduciendo sin mirar hacia atrás mientras Laia se estremece sobre el asiento con nerviosismo, hay una curva al frente bastante cerrada y sé que si la tomo bien los policías no podrán alcanzarme, así que me sitúo a la derecha del carril y piso el freno antes de entrar a la curva para no estrellar el auto.

Giro el volante con suavidad en la dirección de la curvatura y cuando me encuentro en el final de ella vuelvo a acelerar para ganar estabilidad.

Miro por el retrovisor y no veo ningún vehículo detrás de mi.

Por lo visto creo que ya me he escapado de ellos, y en efecto, así es.

Pero hay un auto a la distancia, situado justo en medio de la carretera, obstruyendo el paso, tiene las luces apagadas y no alcanzo muy bien a ver.
Voy tan deprisa que me es casi imposible bajar la velocidad, de todas formas logro conseguirlo y distingo ver la silueta de una persona.

¿Quién es?

Nota de Blue: Vaya, vaya. Un poco intenso, ¿no? Espero que les haya gustado este capítulo. No olvides votar por la historia, y como siempre, pásala bien, pásala azul.

DIPENDENZA. En ediciónOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz