Capítulo 11★

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EXAMEN


Cincinnati

Es viernes. Viernes 19, día del examen. Fui a la universidad y La de Rojo estaba esperándome en la entrada de mi recinto. En cuanto ella me ve. Hace seña con la mano para que vaya. Me acerco y la saludo.

-¿Qué significa lo que escribiste en la nota? -es lo primero que me pregunta sin tan siquiera decir hola. Esbocé una sonrisa. Justo en ese momento suena mi alarma en el reloj de que ya voy tarde.

-Investígalo, quizás lo encuentres -dije. Aunque yo ya suponía que ella lo había tratado de buscar y no encontró nada. La de Rojo se queda mirándome con mala cara y añado -Tengo que ir a clases.

-Suerte. -sonó seca, como si lo hubiese dicho más por cortesía que porque de verdad lo desee.

Cuando terminé el examen salí del aula sin dar muchas vueltas.

Ese profesor no tiene remedio. Llené las preguntas según lo que mi lógica descifraba, de que me haya ido bien o no, eso ya es otra historia.

Bajé las escaleras del edificio para irme rápido a casa.

-¿Ya me vas a decir qué significa lo que escribiste? ¿O tengo que esperar al siglo 23?

¿Qué? ¿De verdad esperó todo este tiempo hasta que saliera?

-Hmm... -puse una mano en mi barbilla y fingí pensar. Ella me miró con incredulidad. -¿Has visto los juegos de toros en la televisión? -pregunté.

-Sí, los he visto, ¿eso qué tien...? -la interrumpí antes de que terminara la oración.

-¡Shh! Ya tienes la respuesta -le aseguré, y ella se quedó aún más confundida.

-No digas estupideces, ¿qué es lo que significa? ¿a caso es tan complicado decirlo?

-A ver... -dije en un resoplido. -¿Por qué estás tan empeñada en saber que significa?

-Porque nunca lo había escuchado antes, en ningún libro, o en ninguna frase. Además si no querías decirme, no debiste escribirlo en primer lugar. Y ten por seguro que no me iré de aquí hasta que me digas.

¡Vaya!, esta chica si que sabe lo que quiere.

-Bien, si has visto las corridas de toros, sabes perfectamente en que consiste, ¿no?

-Sí, el toro va detrás de un pañuelo rojo.

-Bien, ahí tienes tu respuesta. No hay más. No tiene un significado oculto, ni simboliza algo especial. Solo eso. Los toros persiguen el color rojo.

Deduje que no había nada más que decir, así que me di la vuelta. -Hablamos luego -dije mirando sus ojos negros. Tan oscuros como la noche pero, tan brillantes como la luna.

Ella no dijo nada, tampoco quise insistir, ya tendría tiempo para eso después.

Ahora solo puedo concentrarme en la fiesta, o más bien, el plan que tenemos para esta noche. Me dirijo al estacionamiento de la universidad y me monto en el auto. Pongo mi playlist como de costumbre y me largo. Bajo un poco el cristal, subo el volumen y me relajo. Cuando llego a mi casa, y me siento sobre el sofá, me quedo pensando cómo hablé con La de Rojo.

¡Mierda! Pero no me dijo su nombre. ¡Qué maldito estúpido!

Yo pensé que lo había hecho bien y resulta que lo que hice fue una estupidez. En verdad, ni siquiera sé porqué lo escribí, pero se me hizo una frase graciosa en el momento que la pensé. Y aunque quizás no la tomemos del todo enserio. Aquella frase era cierta, y tal vés mucho más profunda de lo que ella podríamos deducir a simple vista.

¡Que peldaño! Bueno, supongo que al menos, no hice el ridículo.

Mientras se acerca la hora de que Beretta llegue, le marco a mi barbero privado, Jay, para que me haga un corte rápido. Nadie más conoce mi estilo. Son las 7:36 p.m. cuando me preparo para ir a la disco.

Visto una camisa azul cobalto y unos vaqueros. Rebusco en mi caja fuerte y tomo una de mis pistolas con dos cargadores.

Salgo en la Cadillac Escalade y me dirijo a Sole. Al llegar, encuentro a Beretta fumándose un tabaco.

-¿Qué tal, Cincinnati? Llegué antes de lo que esperabas. -Beretta solo me llama por mi nombre cuando se trata de algo serio, justo como ahora. Me pasa el tabaco, fumo y le cuento el plan. Beretta se prepara, y esperamos a los invitados.

Son las 8:26 p.m. cuando empiezan a llegar. Les digo que tomen la bebida que quieran, todo está pago. Una hora después, puedo percibir que aún faltan solo dos empleados. A las 10:58 p.m., están todos los empleados, incluso la rubia que andaba con La de Rojo el día que me la encontré en Carta. Parece que está un poco pasada de copas. Le digo a Kapo que reúna a todos en el sótano.

En el sótano, bajo la música antes de hablar. -Escúchenme con atención. Para que nadie salga herido de aquí, hablen la verdad. -Les muestro una foto del vestido de los alfileres en un proyector y pregunto que dónde está. Se ríen.

Disparo al suelo de inmediato y repito la pregunta. -Les advierto que no estoy de juegos. -dije con voz fría, no me gusta que no me tomen enserio. Todos comienzan a hablar al mismo tiempo, no entiendo nada. -Hablen uno por uno sobre cómo salió el vestido de la fábrica -exijo.

Beretta, detrás de mí con un fusil en la mano -Hablen la verdad o nadie sale vivo de acá -dice riendo.

-Es una broma, que comience la fiesta -dije calmándolos, cuando noto que nadie sabe del vestido.

Suben todos a la disco y se ponen a bailar.

Llamo a Beretta y le susurro -¿Viste algo extraño?

-No, Kapo. La verdad no.

-Sí, yo tampoco -le afirmé. Aunque yo si había notado algo.

-Entonces, ¿qué haremos? -preguntó.

-No te preocupes, algo se me ocurrirá -dije para calmarlo. Y en efecto, así era, algo se me había ocurrido pero no estaba tan seguro como para decírselo a Beretta.

Me percaté de que cuando disparé hacia el suelo, todos en la sala hicieron aunque sea un mínimo gesto por el sonido de imprevisto, excepto una persona. Ni se inmutó.

Tengo la teoría de que eso solo puede pasar cuando ya estás acostumbrado a este tipo de situaciones. Así que no me sorprendería que la persona a cargo del robo del vestido sea una persona preparada para cualquier tipo de circunstancias pero, sobre todo, preparada para matar.

Estoy más que seguro que esa persona tiene un objetivo, y por lo visto ese objetivo soy yo.

De todas formas necesitaré más información para no solo basarme en un presentimiento o en mi criterio. Aunque soy una persona realmente observadora, y confío plenamente en mi intuición, necesito más que eso para corroborar mis sospechas.

Salgo del sótano y están todos bailando y festejando, trato de buscar a la persona sospechosa con la mirada pero, ya se ha ido.

¿Será que mi sospecha no es solo eso, si no la realidad?



Nota de Blue: ¿Entonces ya tenemos al ladrón? Uyyyy. Solo les digo que Cincinnati analiza demasiado. Su intuición nunca falla. ¿O tal vez... sí?

Para cualquier tipo de teoría ya saben que soy toda oídos y que me gusta escucharlos.

Pásala bien, pásala azul.


DIPENDENZA. En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora