Capítulo 12★

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CALIFICACIONES BAJO LA LLUVIA

Cincinnati

Llega el día de las calificaciones y tengo que pasar a recogerla. Me dirijo a la universidad, y estando fuera veo esa fila bastante larga.

Que mierda.

En cuanto aparco el auto me coloco en la fila. El clima está bastante frío afuera y el cielo está nublado. Escaneo la fila de forma rápida y La de Rojo está a tres personas de recibir su nota. Me quedo en mi lugar; impaciente, odio esperar. Cuando veo que ella avanza, mira su nota y sonríe. Decido acercarme a ella. Le indico al que está detrás de mi que vuelvo rápido y me salgo de la fila.

-¿Qué tal? -pregunté lo más amable que pude.

-Ah, hola, ¿y tú qué tal? -ni siquiera respondió mi pregunta.

-Buscando la nota. -Acabo de darme cuenta que esa respuesta fue muy estúpida.

-¿Y qué tal te fue?

-Todavía no la tengo, ¿y tú que te veo muy sonriente? -ella me pasa la hoja, sin decir nada. Veo todas las calificaciones en diez, y un solo nueve.

-¡Qué diablos! ¿Cómo sacas tanta nota? -pregunté atónito.

-Estudiando. -me miró directo a los ojos.

-Sí, pero yo estudio.

-Bueno, eso lo veremos.

El chico que estaba detrás mío silbó fuerte mirando en mi dirección. -¡Un segundo! -exclamé. No estaba nervioso, quizás no tenía dieces en la nota, pero de que pasaba, pasaba.

Llegó mi turno y voy a por la hoja. Cuando estoy en frente de la mujer que entrega las calificaciones me miró de arriba a abajo.
-¿Cincinnati Morelli? -inquirió.
-Sí -asentí.
Tomo el boletín entre mis manos, y lo que en algún momento no me importaba para nada, repentinamente empezó a importarme. Las malditas calificaciones.
Por una puta razón, una sola. Ella.

Me doy la vuelta y La de Rojo se encuentra a unos cuantos pasos de mi.

Mierda. Ella se va reír de mi.

Ni modo, es lo que hay. Camino hasta ella y me arrebata la hoja de la mano. Me miró con cara de desaprobación. -Hmm, no está mal, pero podría haber quedado mejor -terminó por decir.

-Ufff, no digas eso, no sabes cómo intento mejorar en los estudios pero no puedo.

-Tranquilo, cada quien tiene lo suyo.

Ambos salimos por el pasillo y a través de la puerta principal percibo que comenzó a llover.

-Como que ya se siente la navidad -dije para romper el silencio que envolvía el ambiente, pero ella no dijo nada. Solo agitó la mano en forma de despedida y empezó a alejarse.

-Ven, yo te llevo -se quedó mirándome.

-Hablo en serio, yo te llevo. -Le agarré de la muñeca para que no se vaya y le explico mi idea.

-Mira, mi auto es ese de allá -dije señalando con mi dedo índice. -Cuando cuente tres, echamos a correr. ¿Lista?

-Vale -dice ella divertida.

-Uno.

-Dos.

-Tres.

Cuando digo tres, veo como La de Rojo se pone a correr hasta el auto. Ella es más rápida que yo, incluso con los tacones puestos. ¿Será que hace algún deporte?

Seguimos corriendo y cuando estamos a punto de llegar, veo como ella se come la calle. (Sí, se cayó).

Voy hasta donde está esperando que no le haya pasado nada.

DIPENDENZA. En ediciónWhere stories live. Discover now