Capítulo 16★

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MUSEO


La de Rojo

Llegó el sábado, tomé mi móvil para revisar las últimas novedades y responderle a mis amigos que me felicitaban por mi cumpleaños. Vi el mensaje de Cincinnati. Aún no le había respondido.
Decidí restarle importancia y me dormí. Tuve que acompañar a mis padres en la madrugada al aeropuerto para que tomen el vuelo a Pennsylvania. Me sentía agotada.

Eran las 2:49 p.m. cuando tocaron la puerta de mi habitación, no me levanté. Pensé que era Laia, y como ella tiene la llave de mi habitación no iba a ser ningún problema para ella entrar.
Abrieron la puerta, pero cuando asomé la mirada, no era Laia. Era él.

Maldito Cincinnati.

¿Acaso no podía dejarme tranquila ya?

-Yo te dije que a las tres pasaba por ti y te veo acostada.

Me levanté de la cama. -Sabes que puedo denunciarte por invadir propiedad privada ¿verdad? -le dediqué una mirada amenazadora.

-¿Me vas a meter a la cárcel y luego me sacarás para devolverme el favor? Vamos, eso es patético. -se rió. -Ahórrate el discurso y vístete. -Lo miré con mala cara 

-Ragazza carina. -añadió suavizando el tono.

-¿Cómo que ragasa karina? -pregunté, aunque ni siquiera estaba segura de que lo había pronunciado bien. -se rió en mi cara. 

-¿Te comiste un payaso ahora? 

-Puede ser. -Replicó. 

Estuve decidiendo entre si ir o no con él. No quería aceptar. Pero después de todo, el me había sacado de prisión. ¿Qué tan malo podía ser si aceptaba? De todas formas no quise. 

Abrí mi armario instintivamente. Lo hice casi sin darme cuenta. 

-Vaya, si que tienes armario de diseñadora -pensé que lo decía con sarcasmo. No respondí. 

-¿Puedo ver? -preguntó. 

-Como quieras -repliqué restándole importancia.

Él se detuvo a observar cada uno de los vestidos que tenía colgados. Y se quedó anonadado en el momento que vió los atuendos que tenía combinados y perfectamente organizados. 

-Estoy seguro de que la mayoría de las cosas que están aquí las haz confeccionado tú. ¿Verdad?

Me limité a asentir. 

-Ponte la ropa que nos vamos. 

-No. -Soné seca. 

-Estoy hablando enserio, vamos. 

Lo miré enojada -Vete de mi departamento. 

No discutió conmigo y salió por la puerta. Cuando por fin pensé que me había librado de él. Escuché el motor de un auto encender. 

Sonaba como un McLaren. 

Le puse seguro a la puerta, abrí la ventana para ver si él ya se había ido. En cuanto miro, lo veo sentado en el auto con la puerta abierta. Cuando notó que estaba mirándolo comenzó tocar la bocina sin detenerse.

-Para de tocar -estaba furiosa.

Sin embargo, él no paró de tocarla y aumentó la velocidad de los pitidos.

Bajé corriendo las escaleras para que los vecinos no se percataran de la situación. 

-Está bien, voy a ir. Pero por favor para de tocar esa maldita bocina -se le dibujó una sonrisa en el rostro. 

DIPENDENZA. En ediciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant