Capítulo 10★

30 7 14
                                    

RAZÓN DE SER

Cincinnati

Abro los ojos y me encuentro en un lugar oscuro y extraño. Recuerdo que ayer celebré mi cumpleaños número 14. Salí de casa para tirar la basura y entonces... ¡algo terrible sucedió! Alguien me agarró y me llevó lejos. Me han tenido aquí no sé por cuanto tiempo, preguntándome cosas sobre papá, y me han hecho mucho daño. No sé qué hacer ni a quién pedir ayuda. Estoy asustado y solo quiero volver a casa.
Un sujeto vestido de negro, y una máscara cubriéndole la cara se acerca a mi y me tapa la boca con una especie de pañuelo.
Caigo en un sueño profundo al instante de forma involuntaria.

Para cuando despierto otra vez y trato de incorporarme, estoy amarrado a una silla.

Cuatro personas que se suponía eran amigos de mis padres comienzan a interrogarme.

-Hola, pequeño, ¿te acuerdas de mí? Necesito que me ayudes con unas preguntas y te dejaré donde mismo estabas -intervino uno de ellos.

-Quiero irme a mi casa. -Dije asustado.

-Si nos ayudas, podrás volver. Si no, no volverás.

Otro de los hombres me conecta algo en la mano que no alcanzo a distinguir muy bien lo que es y hace la misma pregunta -¿Dónde está tu padre?

-Yo no sé. -Y volvió a presionar la máquina contra mi mano.
Siento cómo la corriente recorre todo mi cuerpo y es inevitable parar de gritar. Me agarra por el cabello y me pregunta de nuevo. Pero esta vez no respondo.

-Si no hablas, buscaré una cuerda de cuero. -me golpeó la espalda y me arqueé por el dolor.

El hombre me deja atado y se va. Como si se hubiera cansado de no conseguir la respuesta que quería o que necesitaba.

Todo se pone en silencio y tranquilo. Y me dije a mi mismo que en algún momento saldría de ahí. Me convencí. Aunque no fuera cierto, aunque papá no me estuviera buscando y a pesar de que yo mismo no sabía como salir de allí.

De repente, mi mente hace memoria de papá hablando con su mano derecha, Xandro.

-Gracias por ser como eres, Xandro. Toma $350,000 de la caja fuerte y vete de vacaciones por dos semanas.

-¿Hablas en serio? -preguntó él, abriendo los ojos de par en par.

-Sí, cuando vuelvas manejaremos los próximos proyectos que tenemos pendientes. No te preocupes, mientras tanto yo me encargaré de todo.

-No sé que decir... Gracias.

-No te preocupes, te lo mereces. -Ambos estrecharon la mano y Xandro se dió la vuelta para marcharse. -Nos vemos en dos semanas -dijo papá.

-En dos semanas -contestó Xandro y luego salió de casa.

Papá se volteó en mi dirección y dió unos cuantos pasos hasta que quedamos frente a frente. Como si fuéramos dos hombres, no padre e hijo, si no como si fuésemos iguales.

Papá siempre me hablaba claro, nunca pone peros ni filtros. Dice que aunque fuera un crío, era lo suficientemente inteligente como para comprender las cosas de la vida.

-¿Sabes? Si alguien pudiera destrozarme, el único que tendría el poder para hacerlo es Xandro. -Hizo una pausa, como si quisiese que yo reflexionara cada palabra. -¿Sabes por qué, hijo?

-¿Por qué?

-Por que él tiene mi confianza. ¿Sabes lo qué es eso?

Claro que sabía, o al menos eso pensaba. De todas formas le pregunté para que pudiera concluir su idea. -Eso creo ¿a ver?

-Mira, si le das tu confianza a alguien, le estás dando el poder a esa persona para destruirte.

-¿Y por qué alguien le daría ese poder a otra persona? -pregunté.

-Porque sabrías que esa persona no te destruiría aunque pueda hacerlo.

En ese momento entendí muchas cosas. Pese a que aún soy pequeño y aunque quizás no lo entiendo del todo. Comprendí muchas cosas ese día, quizás demasiadas.

Regreso a la realidad, y estando atado, hago conciencia de que la única persona que puede hacer que papá tenga problemas es Xandro, aunque mi padre siempre habla de que la palabra de un hombre no se compra con dinero. Él único que pudiera hacer algo es él.

Papá lo sabe. Yo también.

Pasa lo que parece una hora. Luego dos, después tres. Y cuando pensé que caería dormido de nuevo, regresa uno de los tipos de antes. Me golpeó por la cabeza. No sé cuantos golpes recibí de su parte. En la espalda, en el brazo, por todo el cuerpo...

Cuando se cansó de torturarme, me desató sin decir una palabra. Me puso una bolsa en la cara y me dejó en medio de una carretera.

Pasaron pocos autos y me dispuse a caminar un par de minutos, por suerte, pasó un grupo de personas que se dedicaban a la ganadería. Me armé de valor e intenté pedirles ayuda.

-Estoy perdido. Necesito llamar a mi casa. ¿Pueden ayudarme? -Cuando me vieron todo golpeado se alarmaron.

-¿Chico qué te pasó? ¿Quieres que llamemos a la policía? -preguntó la mujer.

-No, por favor. Si lo hacen me van a matar -se miraron entre ellos.

Asustados, se negaron a ayudarme. Pero volví a insitir. No puedo quedarme parado en el medio de la nada.

-Solo denme algo de dinero para pedir un taxi. -Fue lo primero que se me ocurrió. Ya veré como me las ingenio después. -Les prometo que se los pagaré. -añadí.

La mujer pareció entender mi situación y le hizo una seña a su marido. Cuando el hombre regresó con un par de billetes me los extendió.

-Gracias. -Pude decir.

-No te preocupes cielo, está bien. Ven te acompañaremos hasta la entrada para que puedas conseguir el taxi.

Me dejaron cerca de donde estaba, y cuando pasó un taxi la mujer me sonrió. Volví a agradecerles y me subí al auto. Le di la dirección al conductor y él se limitó a asentir.

Cuando llego a mi casa y mi padre tiene toda la seguridad buscándome. Escucho cuando dicen: -¡Señor, su hijo está aquí! -Papá corrió hasta mi y me abrazó.

Luego notó los rasguños en la cara, y los moretones.

-¿Qué pasó? -preguntó con un deje de preocupación. Pero no supe como responder.

-Ey ¿qué pasó?

-Me quieren matar, seguro vienen detrás mío. -No sé como pude encontarar las palabras para decirlo.

Papá me lleva a su habitación, y mi madre está sentada a la orilla de la cama con cara de preocupación. Me abraza en cuanto me ve. Se entristece aún más por verme todo golpeado. Les cuento todo lo que recuerdo. Mi padre no puede creer lo que me pasó.

-Papá, ¿recuerdas cuándo hablamos sobre la confianza? -papá supo a lo que me refería y asintió con la cabeza.

-Si hijo, lo sé. No te preocupes, ahora ya estás aquí. Te prometo que no te volverá a pasar nada mientras yo esté vivo.

Mi madre se dispone a llenar la casa de seguridad. Policías por aquí y por allá y en cuestión de minutos la casa parecía un imperio romano.

Después de unas cuantas semanas, papá me contó exactamente que era lo que estaba pasando. Me explicó que, Xandro, con el dinero que él le había dado llevó a cabo un plan que tenía años preparando. Destruir todo lo que papá había construido.
Y hacer que la policía lo descubriera.

Pero yo solo tenía catorce. Y viví mi vida como si fuera un mafioso, después de todo, era lo único que sabía hacer. Era lo único que podía hacer.





Nota de Blue: De mis capítulos favoritos, ¿por qué? no sé, pero lo es.

Pásala biennnnn, pásala azul^^


DIPENDENZA. En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora