Capítulo 7★

55 9 2
                                    

DESDE ARRIBA

La de Rojo

Suena la música a mi alrededor y solo puedo pensar en bailar. Merezco un descanso después de haber terminado el semestre con un proyecto del que me siento irrevocablemente orgullosa. Y sí, acabo de darme cuenta de que a veces descanso más de lo que trabajo, y que solo pienso en eso, pero ni modo. ¿Qué le voy a hacer?

Nico no quiso venir conmigo dejando como argumento que salir de fiesta un martes es una abominación. Así que sin más remedio terminé viniendo por mi cuenta.

No me molesta estar sola, por el contrario, me gusta bastante. Hay que estar solo de vez en cuando, así uno puede dedicarse tiempo a si mismo.

Camino hasta la barra para pedir algo pero, quien me recibe no es el chico de aquella vez que me sirvió el jugo de limón. Supongo que él solo trabaja los fines de semana así que le resto importancia.

Una joven de ojos azules y cabello recogido capta mi presencia.

-¿Qué te apetece tomar en esta noche? -me pregunta.

-¿Qué crees que debería? -respondo con otra pregunta.

-¿Un mojito quizás?

-Bien, un mojito será.

-No te arrepentirás -da por hecho con una sonrisa en el rostro.

Cuando tengo la bebida entre mis manos, doy el primer sorbo.

El aroma del mojito me reconforta, refrescando mi paladar y disipando cualquier rastro de preocupación que tenga. Observo a mi alrededor, dejando que la música y la atmósfera vibrante del lugar me envuelvan. La joven de ojos azules regresa con una amplia sonrisa, esperando mi veredicto.

-¿Qué te parece? -pregunta con curiosidad.

Esbozo una sonrisa y asiento con aprobación. El sabor a hierbabuena y limón se mezcla perfectamente con el suave toque del ron.

-Está delicioso, gracias -respondo, sintiéndome más relajada y animada.

Ella se aleja para atender a otros clientes, dejándome sumergida en mis pensamientos mientras disfruto de mi bebida.

Percibo que alguien está mirándome desde el piso de arriba.

No me jodas, ¿ese no es el chico de la fábrica?

Decido volver a la pista y unirme a la canción que está sonando, dejando de lado cualquier inquietud o duda. Bailo con energía y libertad, permitiendo que el ritmo de la música me lleve. En ese momento, me siento viva y en paz conmigo misma, disfrutando de mi propia compañía.

Vuelvo a mirar hacia arriba y el chico aún continúa mirándome.

¿No puede simplemente disimular aunque sea un poco?

Trato de no prestarle atención a eso y me dirijo hasta uno de los banquillos para sentarme.

Saco el móvil de mi bolso y le respondo unos mensajes a mi padre que me había escrito hace unas horas. Y otra vez siento la mirada sobre mis hombros. Esto ya me hace sentir incómoda.

Si quiere mirarme que me mire, pero ya esto parece otra cosa. Mínimo tiene problemas.

Decidida, me levanto del asiento y camino a paso precipitado hasta las escaleras que llevan al vip. Cuando estoy allí, unos hombres que parecen ser de seguridad me hacen señas con la mano para indicarme que no puedo subir.

-No puedes entrar. -Soltó con desprecio.

Lo siguiente que dijo, no lo entendí ni a medias. Pero por lógica determino que dijo algo como que es sección restringida y que no tengo paso autorizado.

DIPENDENZA. En ediciónWhere stories live. Discover now