Epílogo

805 91 420
                                    

N/A: Bienvenidos al epílogo del fic! Estas palabras tenían que llegar algún día, ¿no? Después de un largo camino, nos encontramos ya en el final de la historia

Como de costumbre, hay un timeskip. Vamos ocho años al futuro! Megumi ya tiene dieciséis, Satoru y Toji tienen treinta y cuatro. Ocurre antes de diciembre, por lo que meses más tarde cumplirían sus edades con los ocho años completos sumados

Si tuviera que decir algo es que me he divertido muchísimo escribiéndolo, ya que tiene una enorme variedad de escenas. Es el capítulo más largo de la historia. Se podría dividir en dos grandes partes, una sobre Megumi (en relación hacia sus amigos, Satoru y Toji) y otra sobre Satoru y Toji

Megumi está en "esa" edad (quien avisa no es traidor). Por cierto, hay SukuFushi! Entenderéis el paralelismo al instante ^^

Nos vemos al final! Ojalá os guste <3

Nos vemos al final! Ojalá os guste <3

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ocho años después,
primavera

Ojos azules aparecieron al otro lado de la nube de humo, como un espejismo. El chico volvió a inhalar, pestañas negras aletearon con el ardor de la nicotina en los pulmones. Hilos grises escaparon por su nariz y boca con lentitud fantasmal.

Sus labios se curvaron en una mueca al ver la sangre salpicando el suelo.

—Qué asco —murmuró Megumi, apartando la mirada —. Sukuna, para. Te estás pasando.

Le pasó el cigarro a Yuuji. Ambos estaban sentados sobre un contenedor de basura, en un callejón. La luz del día se filtraba por entre el cableado urbano, cayendo sobre ellos como una especie de premonición.

Sukuna se incorporó, socarrón, con una sonrisa en el rostro. El corazón de Megumi se aceleró al ver cómo se echaba el pelo hacia atrás con un gesto desinteresado, escupiendo al suelo, junto a su víctima. Sus hombros al descubierto se movieron como los de un tigre perezoso.

Yuuji le lanzó la cazadora de cuero. Sukuna la atrapó en el aire y se la puso sobre su camiseta sin mangas. Una fina cadena de plata rodeaba su cuello con eslabones pequeños como gotas de lluvia. Botas negras aplastaron charcos, el chico apalizado gimoteó en el suelo.

—Así aprenderá a no meterse con quien no debe.

Megumi apretó los labios, mirando la mano que Sukuna le ofrecía para ayudarle a bajar. Titubeó un instante, pero acabó siendo arrastrado por la marea de esos iris de escarlata. La suela de sus zapatos sonó contra el suelo.

—Volvamos a casa, se está haciendo tarde —silbó Yuuji. Tenía una tirita en el pómulo que le daba un aspecto infantil, risueño.

—¿Te vienes esta noche, Meg? —preguntó Sukuna, echándole el brazo por encima de los hombros —. Hay ramen para los tres.

Cold, cold, cold || TojiSatoWhere stories live. Discover now