capítulo 25

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Las calles hicieron que un sentimiento nostálgico golpeara su realidad, hace tiempo que no entraba a su hogar para recorrer los pasillos de la casa. Mientras más se acercaba podría ver que el automóvil de su madre estaba estacionado en frente del camino, fue y se acomodaba detrás del coche de su madre para continuamente abandonar el asiento.

Se encaminó hasta la puerta color café oscuro y con sus nudillos tocó la puerta de roble unas cuantas veces, había un timbre pero Rubius nunca uso de el como algo básico de su casa. Le gustaba sentir la madera de la puerta, le traía recuerdos de su infancia.

Una voz femenina se escucho por dentro de la casa asegurando que alguien había escuchado su llamado y en pocos segundos estaría de frente junto a su madre de nuevo. Cuando la puerta de abrió la silueta de su madre se presenció a pocos centimetros de él, se sintió en casa viéndola aquí.

ㅡ Mi cielo, ¿Por qué no avisaste que vendrías? Pude haberte hecho tu postre favorito ㅡ. Los finos y débiles brazos de la señora rodearon el cuerpo de Rubius, ese cálido sentimiento amoroso que brindaba su madre lo terminó conmoviendo. ㅡ Iré por tus maletas, siéntete en casa, mi niño.

Sujetó las mejillas de su hijo para poder besarle la frente antes de salir en camino al nuevo coche estacionado frente a su hogar para sacar las maletas de su hijo, de mientras Rubius fue en camino a la cocina por algo de beber y refrescarse después de casi nueve horad de viaje sin detenerse.

El aroma a vainilla era muy fuerte en esa casa y también muy cálido, su madre adoraba las velas y siempre prendía cada una de ellas para darle ambiente a su hogar. Las mismas velas con aroma a vainilla y mocha nublaron sus fosas nazales como lo hacía hace dos años.

ㅡ Tu habitación siempre está impecable, puedes ir a descansar, ¿Si? te prepararé algo delicioso para remediar el viaje.

ㅡ Gracias mamá, agradezco todo ㅡ. Le sonrió suave y la señora estuvo satisfecha con eso, aseguraron que el coche y la casa estuvieran cerrados antes de que el peliblanco subiera las escaleras hasta su habitación con sus maletas.

La casa estaba muy bien ambientada con plantas y posters, cosas básicas minimalistas alrededor de la casa pero habían habitaciones más decoradas que otras. El peliblanco le conmovió ver su habitación justo como la había dejado decorada: repisas con libros en ellos que eran de colección, algunas figuras de anime, manhwas, y mangas. Algunos posters de cantantes y autores favoritos, su colección de discos y su armario impecable.

Nada tenía polvo así que supo que su madre limpiaba el desorden que se formaba aquí por la soledad, Rubius sabía que era por su falta de presencia en esta casa.

Se recostó sobre la cama sintiendo la calidez de las plantas con aroma a lavender una vez dejo sus maletas a un costado de la puerta.

Definitivamente estaba en casa. Terminó quedándose dormido hasta que su madre vino a buscarlo para la cena y no dudo nada en bajar las escaleras para llegar a la cocina con tranquilidad.

...

ㅡ ¿Tú eres uno de los Lobos, verdad? ㅡ. La pelirroja había llegado a su ciudad donde decidió salir de compras con sus dos hermanas, el azabache frente suya le miraba con temor y confusión ante su amabilidad.

ㅡ Eh.. sí, ¿Eres Nieves? ㅡ. Cuestionó su nombre, ers pésimo recordando aquellos siendo que había varias chicas en el equipo.

ㅡ Soy yo, ¿Cómo te llamas?

ㅡ Soy Vegetta, ¿Qué haces por aquí? No sé si deberíamos estar hablando ㅡ. Rascó su nuca viendo a su alrededor cuando varias personas miraron a su dirección confusos, usualmente eran personas que seguían la cadena de deportes escolares.

ㅡ No te preocupes, no están los capitanes aquí y son tiempos de descanso ㅡ. Le sonrió suave mientras sujetaba una bolsa mirando en dirección a una tienda por un segundo en busca de sus hermanas.

ㅡ Cierto ㅡ. Dijo seco. La pelirroja era perfecta en distinguir las diferentes emociones entre las personas porque vivió encerrada con Rubius y Fargan todo su año escolar, sabía distinguir entre ser Rubius o ser un Fargan.

ㅡ ¿Estás bien? ㅡ. Preguntó suave. ㅡ Lamento si es muy irrespetuoso de mi parte.

ㅡ Sí, simplemente no me creo que el año escolar haya terminado ㅡ. Soltó una risa corta intentando camuflar su cambió de humor. ㅡ ¿Cómo está tu capitán?

ㅡ Te diré que simplemente está existiendo, no tengo idea de que piensa si no tenemos una charla de corazón a solas ㅡ. Dijo sin más pensando un poco sobre su amigo cercano. ㅡ Se que fue a casa de su madre, así que supongo que se encuentra bien. ¿El tuyo?

ㅡ No suele hablar con nosotros sobre su vida, sólo practico horas extras con él.

El silencio cayó entre ambos jovenes, no era incómodo pero tampoco era muy amigable por las diferentes rivalidades que tenían sus equipos. De alguna forma eso lo hacía algo extraño para ellos, no solían hablar en absoluto si no era para insultarse en la cancha.

Claro que hay grupos donde son amigos y se llevan muy bien apesar de tener una rivalidad presente en la cancha, todos dan lo mejor de si mismos y justo nace la frase "que gane el mejor."

Pero la rivalidad de Rubius y Willy mantenía las cosas tensas.

ㅡ Oye, necesito..

ㅡ ¿Quieres hablar con Rubius? ㅡ. Interrumpió la pelirroja para terminar su pensamiento, si no decía ella algo esta conversación se volvería larga.

Vegetta asintió y la chica solo se soltó a reir por lo bajo, ella estaba atenta a las actitudes de su propio capitán y el como salía constante o se desaparecia sin siquiera tener aroma a alcohol al volver.

ㅡ ¿Cómo sabes?

ㅡ Nadie pregunta por él si no es alguien de mi equipo, además que últimamente se desaparece mucho y sin ningún aroma a alcohol ㅡ. Se incorporó en su sitio cuando vio a sus hermanas en la fila para pagar algunas cosas. ㅡ Suponía que estaba viendo a alguien de manera diferente. Si planeas hacerlo, adelante, conociéndolo el nunca va hablar primero.

Las dos chicas más jovenes llegaron hasta la pelirroja y se alejaron con ella en una conversación que inició justo en ese instante sobre ropa y maquillajes que habían comprado, Vegetta las vio irse y solo se alzo de hombros mientras esperaba que su madre saliera de la tienda para retirarse él también.

Las dos chicas más jovenes llegaron hasta la pelirroja y se alejaron con ella en una conversación que inició justo en ese instante sobre ropa y maquillajes que habían comprado, Vegetta las vio irse y solo se alzo de hombros mientras esperaba que s...

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