capítulo 32

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Rubius estaba recostado en el pecho del azabache mientras seguía sentado a su lado, Vegetta tenía su mejilla sobre la cabeza del peliblanco en sus cabellos mientras ambos mirabas sus manos ser entrelazadas jugando solo con sus dedos.

ㅡ Podría quedarme ㅡ. Musito y plantó un beso en los cabellos de su chico antes con suavidad.

ㅡ Si no puedes entiendo ㅡ. Se apresuró a decir, nadie más como Rubius entendía lo que significaba jugar para el equipo del uniforme morado y era un cansancio enorme. ㅡ Si no puedes venir.

ㅡ Tonto, aquí estaré ㅡ. Se movió logrando que Rubius se quitara de encima suya para verlo, las mejillas del menor fueron acurrucadas por el pelinegro con cuidado antes de juntar sus frentes. ㅡ Quiero estar contigo, Rubius.

ㅡ Puedes quedarte el tiempo que desees ㅡ. Tenía sus ojos cerrados dejando que Vegetta lo sosteniera del rostro, sus cálidas manos dándole un sentimiento reconfortante.

ㅡ No ㅡ. Relamio sus labios y soltó al peliblanco: los ojos avellana se posaron en Vegetta con confusión. ㅡ Quiero ser tu novio, ¿Lo entiendes?

Aquellas palabras hicieron que el rostro pálido del albino tomara un color carmesí, Vegetta soltó una risa suave y sujetó las manos de su chico con mucha delicadeza antes de plantar varios besos en sus nudillos.

Rubius nunca había sentido una especie de sentimiento como este, su corazón latía rápido y se sentía vulnerable de una forma realmente positiva. Presionó sus labios mirando al chico besar su mano antes de apreciar como sacaba algo de su bolso, el pelinegro le dedicó una sonrisa de labios cellados antes de abrir una cajita negra.

Dentro de esa cajita habían dos brazaletes de color negro y blanco algo parecidos, sostuvo uno para poder ponérselo con lentitud antes de colocarse el suyo y así sonreirle.

Rubius tenía el brazalete de color negro que tenía la misma tonalidad que el cabello del ojos púrpura, y Vegetta tenía la de color blanco en representación al cabello del ojos avellana.

ㅡ Quería poner iniciales, pero pensé que compartir colores sería mas discreto ㅡ. Retomó la habla después de unos segundos de silencio.

ㅡ Te odio tanto ㅡ. Susurró Rubius mirando a la joyería que rodeaba su muñeca por encima de las bendas, se inclinó y besó los labios del pelinegro en forma de aceptación.

Terminaron abrazándose con fuerza como si tuvieran miedo de soltarse, sentían la presencia del otro con la calidez que sus cuerpos creaban y solo eso era suficiente para ambos chicos. Nada seria fácil, pero tampoco sería imposible. Vegetta quería pensar eso.

....

ㅡ ¿Por qué llevas bendas en tus brazos? ㅡ. Preguntó con suavidad una vez estuvieron acurrucados los dos en la cama del albino, siempre notó aquello y le gustaría entender la razón detrás.

ㅡ Mis brazos son muy delgados y no me gusta eso, las bendas le dan un poco más de volumen. Me hace menos inseguro ㅡ. Explicó mientras alzaba uno de sus brazos para observar las bendas. ㅡ Terminaron gustándome y las dejé puestas.

ㅡ Te ves muy lindo de ambas formas ㅡ. Beso la mejilla del peliblanco por varias veces sabiendo que Rubius estaba confundido con toda la situación por las nuevas experiencias.

La actitud básica de Rubius nunca desapareció para ser mimoso con su nueva pareja: el miembro de los Lobos, Vegetta. Era difícil demostrar afecto por su cuenta pero su cuerpo lograba sonrojarse con cosas que lo tomaban por sorpresa, solo eso necesitaba Vegetta para entender que todo estaba en dirección correcta.

Que los dos sentían lo mismo por el otro, que esos te odio realmente era un te amo. Ahora compartían un brazalete con sus colores, lo suficientemente camuflados para evitar levantar sospechas con las prensas o sus propios compañeros.

Se sentían en casa, tranquilos, y felices.

La nueva parejita estuvieron hablando por bastante rato durante la tarde hasta que lograra anochecer lo suficiente para ir apagar las luces y la vela antes de retirarse a dormir por completo. Vegetta estsba exhausto por su entrenamiento y Rubius agotado de sus casi 15 horas de viaje entrecortado en automóvil.

ㅡ Duerme bien, Vegetta ㅡ. Dijo viendo a sus ojos púrpura con ese brillo particular que reconocía el mencionado incluso su expresión fuera seria y helada.

ㅡ Tú igual, bonito ㅡ. Un casto beso fue dado en los rosados labios del albino antes de acomodarse y rodearlo con su brazo para terminar quedándose dormido a los pocos minutos de despedirse.

Fue una de las noches más lindas para ellos dos en mucho tiempo a nivel personal porque habían hecho oficial lo que han tenido por durante meses mientras estaban el uno para el otro.

Fue una de las noches más lindas para ellos dos en mucho tiempo a nivel personal porque habían hecho oficial lo que han tenido por durante meses mientras estaban el uno para el otro

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flawless ★ rubegettaWhere stories live. Discover now